Escribo páginas blancas con tinta invisible que
permanecen en mi memoria, a veces desmemoriada y otras premonitorias, y van
pasando hojas llenas de cordura que los libros almacenan en el bolígrafo inexperto
y curioso. Van dejando huellas de escritores que leí, que estoy leyendo y hasta
de los que me faltan por leer. No escribo para odiar, ni para culpar, escribo
para recordarme que estoy viva y que esa vida me la dan ellos, los libros. Los
que me abren la mente, la conciencia, el amor y el coraje de vidas que nunca
viviré y algunas veces sueño. Hoy soy Dulcinea del Toboso, soy Julieta Capuleto,
soy Emma Bovary, soy Fortunata, soy Clarisa Dalloway, soy la Maga, soy María Martínez,
soy la que está por nacer. Y me dará el
sol o el viento en la cara entusiasmada recorriendo las librerías y los puestos
de la feria y, hablaré con el escritor que me presentarán a una nueva amiga o
amigo mostrándome nuevos mundos sin fronteras, sin perjuicios, sin análisis,
sin miedos. Hoy saldré en busca de aventura para salvar al libro de páginas
abiertas. Ya, ya sé... Hoy saldré para que me salve de la rutina el libro. Feliz
lectura.
lunes, 23 de abril de 2018
miércoles, 18 de abril de 2018
Los Elegidos (capitulo 5)
SURCANDO EL OCÉANO
Las
primeras millas marítimas habían sido de paseo, todo estaba en calma, hasta las
mareas parecían dormidas, las gaviotas jugueteaban con los peces osados que se
atrevía a salir fuera del agua y los rayos solares bromeaban con las nubes que
estaban perdidas. El crucero por el Atlántico era un placer para los pasajeros.
Ya
el Sol estaba en lo más alto cuando los niños despertaban, Carlos estaba
pendiente del desayuno para ellos. Su primera lección del día era defensa
personal y él era el instructor. A Manuel no le gustaba mucho pero Marco que
era muy competitivo y le gustaba ganar en todo, incluido a Carlos, enfadándose
cuando no lo conseguía. Carlos que era severo y exigente con ellos con solo
mirarlos, le obedecía, en el fondo sabían que era su protector y que estaba
para defenderlos en caso de peligro. Dalia sentada en la proa, miraba el
horizonte, con la mirada perdida, tratando de recordar todas las hierbas que había
aprendido. Mientras, Xavier se reunía con Belén, entre los dos tenían que
educar e instruir a los niños en materias de ciencias del medio, astrología y
supervivencia. Belén los llamó para comenzar con las clases.
¾
¡Espérate
Belén! Todavía son muy jóvenes para tanto trabajo. Creo que es mejor que
descansen un poco y luego procedemos con las clases. Hay que ponerles un
horario de trabajo en el que tengan descansos.
¾
Si
tienes razón Xavier. Si quieres voy con Dalia ya que es su abuela y los
conocerá mejor. Entre las dos haremos el horario
¾
Sí, me
parece perfecto. Pero que os ayude Julia. Si se avecina peligro ella es la que
cortará las clases y nuestro único cometido será el de protegerles.
Belén
llamó a Julia y las dos se fueron a proa junto con Dalia. Viro que estaba
observándolas, sonreía. Por primera vez, veía a las mujeres humanas
concienciadas de la misión. Por primera vez, se estaban organizando e
implicándose en ella.
La
tarde ya estaba entrada cuando Xavier llamó a Belén, pensaba que podían
comenzar con las clases de los niños. Comenzaría por enseñarles a ser
marineros. A conocer el medio de transporte en el que estaban. Belén le
ayudaría a explicarlo en el idioma de ellos, aunque Xavier sabía hablarlo,
desconocía el argot que se usaba en el siglo XXI.
¾
Marco
y Manuel. Ahora sois marineros y como tales debéis de saber las partes del...
(Miraba a Belén para que le dijera como lo llamaban ellos) Del barco. ¿Os gusta
ser marineros? ¿Sabréis serlo en el caso que nos ataquen piratas?
¾
Sí
(Contestaron los dos al unísono)
¾
Bien
seguirme y os enseñaré todo lo necesario. Esta es la proa. Como veis es la
parte delantera del barco
¾
Si eso
ya lo sé mi mamá me lo dijo y la parte de atrás es popa (A Marco se lo había enseñando
su madre, ya que ella era de patrón de costa)
¾
Muy
bien marinero Marco. Pero seguiremos para que el marinero Manuel también lo
sepa. Mirando a proa tenemos a nuestra izquierda un costado que lo llamamos
babor y a nuestra derecha otro costado que lo llamamos estribor. El ancla, que
son estas piedras en el mundo en el que nos encontramos, creo que sabéis que es
para fondear, para que el barco se pare. Se lanza con esta cuerda fuerte para
poder luego subirla. Al suelo del barco lo llamamos cubierta. Y este palo que
sujeta la vela, lo llamamos mástil. A recoger la vela para ir más despacio, le
decimos replegando velas así el viento no te empuja con fuerza y al bajar la
bandera, decimos arriar. Cuando alguno de nosotros digamos achicar agua, os
estamos diciendo que con los hondillos, esos que tenemos, los llenéis de agua y
la tiréis a la mar. ¿Os acordáis de todo?
¾
¡Si
capitán! (Los dos contestaron al unísono. Marco se lo había aprendido todo, Manuel
no se acordaba muy bien pero tampoco le preocupaba, sabía que su hermano se lo
recordaría)
¾
¿Capitán
puedo preguntarte algo? (Marco espero a que Xavier le respondiera
afirmativamente) ¿Por qué el mar siempre tiene la misma agua? ¿Por qué cuando los
ríos llegan al mar no inunda las ciudades y los pueblos?
¾
Por el
ciclo del agua. En las zonas cálidas el
agua del mar se evapora convirtiéndose en gas y pasa a formar parte del aire.
Cuando se forman las nubes, debido de que ya la evaporación hizo que se unieran
muchas gotas de agua, con el viento se desplazan y descargan el agua que llevan
sobre la superficie terrestre, volviendo a penetrar el agua en la tierra y
desembocando en los ríos que la devolverá al mar.
Marco y Manuel estaban sentados junto a
Xavier, viendo como la noche los dejaba ver las estrellas, en frente estaban
Dalia y Belén hablando de sus cosas. Manuel era más novelero que Marco y miraba
todas las estrellas tratando de contarlas. Xavier se dio cuenta y pensó que era
hora de otra pequeña clase para ellos, la astronomía.
¾ Haber marineros. ¿Sabéis como
orientaros por noche mirando las estrellas?
¾ ¡Claro! Con una brújula como la que
tenemos en casa (Respondió Marco)
¾ ¿Una brújula? ¿Qué es eso? (Xavier le
preguntaba a Belén en espera de respuesta
¾ Es un instrumento que tenemos en
nuestro siglo que nos sirve de orientación marcando el norte mediante agujas
magnéticas. Actualmente, estamos en el XXI y ya se utiliza un instrumento que
es más exacto llamado giróscopo, que es una brújula giroscópica utilizando el
láser. Tecnología, que en la Era en la que nos encontramos, todavía no ha sido
descubierta. (Belén trató de que Xavier lo
comprendiera, cosa que hizo) Pero en verdad la primera brújula se inventó en
China a pocos años de aquí… ¡Creo! Los chinos con un pedazo de roca magnética
la colgaron de un hilo y la llamaban “Indicador del sur”
¾ De acuerdo. Pero ahora marineros no
tenemos esas brújulas sino solo tenemos las estrellas que nos guía. ¿En que nos
fijamos para orientarnos hasta donde vamos? ¿No lo sabéis verdad?
¾ No (Manuel se apresuró a responder
pendiente en la respuesta de Xavier)
¾ Mirar bien las estrellas, fijaros en
todas y unirlas mediante unas líneas imaginarias. Veréis que aparecerán dibujos.
Cuando encontréis un carro me avisáis.
Pasaron
un buen rato, Manuel enseguida se dio por vencido, pero Marco quería ganar y
siguió en su búsqueda sin parar hasta que lo encontró.
¾
¡Ya lo
encontré mi capitán! Míralo allí (Marco se lo señalaba con el dedo a la vez que
lo dibujaba)
¾
Muy
bien marinero Marco. Ese carro que encontraste lo llamamos Osa Mayor. Si unes
las estrellas por la parte de arriba del carro, la dirección te indica la
Estrella Polar que está en la cola de la Osa Menor, es la que nos indicará el
norte. Al igual que cuando estemos en el bosque, la parte del árbol donde haya
más musgo, más verde, será lo que nos indique que estamos en el norte. Todo lo
que está a nuestro alrededor, las aves, los peces, las nubes, las estrellas nos
indican las direcciones y los peligros. Solo tenemos que estar atentos a sus
explicaciones. Todo nos es dado, solo tenemos que cogerlo. Belén explícales en
vuestro idioma en donde estamos en el universo. En el que vemos ocho mundos que
pueden ser como el vuestro.
¾
Bueno
en verdad creemos que son 9 los planetas aunque entre los científicos hay
discrepancias. No obstante en el 2003 se descubrió un pedazo de roca helada que
algunos consideran planeta al que le llaman Xena. Niños… Nosotros estamos en el
Sistema Solar en el que los científicos coinciden que hay cuatro terrestres
como son Mercurio, Venus, La Tierra y Marte y otros cuatro gaseosos, como son
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Plutón se encuentra algo más alejado y es
considerado como un planeta enano, por su pequeña dimensión.
¾
Creo
que ya los ojos se les están cerrando. El vaivén del mar los adormece (Dalia
pensaba que ya habían tenido demasiadas clases por hoy. Eran muy pequeños
todavía para asimilar tanta información) Mejor nos acostamos y mañana con la
cabeza más despejada seguimos con las clases… ¿Os parece bien?
¾
¡Oh
si! No había reparado que la luna ya brillaba tanto… Está hermosa. ¡Váyanse a
acostarse! mañana seguiremos. Yo me
quedaré contemplándola.
Los
niños se durmieron pensando en el universo, en cómo sería las vidas en los
otros planetas. Marco pensaba que los marcianos estaban en Marte mientras que
Manuel decía que estaban en Júpiter que parecía un platillo volante como los que
salían en las películas de extraterrestres.
Habían
pasado veinte días en los que todos recibieron sus clases, siendo todos unos
aventajados alumnos. Los niños fueron los más avanzados debido a sus edades.
Xavier se extrañaba cada vez más, cuando las mujeres le contaban los avances de
la ciencia y lo fácil que lo hacían todo. Llegó a una conclusión y es que los
hombres del siglo XXI habían perdido la vista, el oído y el corazón. La vista,
para ver las alegrías y las penas de la naturaleza. El oído, para escuchar los
sonidos que los rodean así, como a un amigo si les necesita. Y el corazón,
porque se olvidaban que la naturaleza fue creada para la supervivencia del
hombre, teniendo en ella todo lo necesario, y sin razón ni compasión, la
estaban destruyendo. No sabrían vivir si les faltara su ordenador, su
televisor, su coche, su casa y su ejército que lo protegiera. Eran una tribu de
inútiles, no sobrevivirían en la Era en la que ahora estaban.
Los
días transcurrían plácidamente entre enseñanzas y vistas de animales acuáticos
que abundaban por el océano. Ballenas, tiburones, focas y delfines parecían
acompañarles en la travesía. Marco y Manuel preguntaba todo lo que al verles se
les venía a la cabeza. Ellos habían visto esos animales, bien en documentales o
en cautividad, pero nunca tan de cerca. Manuel corría a los brazos de su abuela
en cuanto se acercaban más de lo que él pensaba que era prudente, provocando
las risas de los demás incluido Xavier, que estaba a proa sonriendo al paso de acercamiento que daba Belén con los
muchachos.
¾
Neptuno
parece que nos ampara … Belén hoy podíamos hablarles de los peligros que corren
estos animales si no se les protege
¾
Bueno
Xavier yo te venia a pedir que les diéramos hoy descanso y solo, hiciéramos
juegos con ellos. Manuel está algo alterado con los tiburones aunque ya sabe,
que ellos temen a los delfines
Marco,
que estaba atento a la conversación, se quedó con lo de Neptuno. Él lo había
visto en Madrid y cuando el Atlético celebraba sus victorias pero, no sabía
quien había sido. Lleno de curiosidad le preguntó a Xavier,
¾
¿Quién
es Neptuno?
¾
Es el
Señor Marino de todas las aguas y mares. Él, es el que manda y si se le
desobedece o se le molesta, galopa sobre sus caballos blancos y usando su
tridente agitando las olas para que la mar provoque hundimientos de navíos e
inunda poblados costero haciendo brotar manantiales.
¾
¿Entonces
es malo? (Preguntaba Manuel que lo estaba escuchando)
¾
No marinero.
Neptuno es un hombre serio que siempre aparece acompañado de delfines cuando
cabalga sobre las olas. Se dice que él, arrancando trozos de montañas,
construyó los acantilados dando belleza a las costas. Cuando está contento se
dedica a sus mujeres e hijos. Pegaso es uno de sus hijos y dice ser un buen
padre con él.
Xavier seguía con sus pensamientos en cómo
educar a los niños para que fueran hombres fuertes, cuando Julia se apresuró a
llegar hasta él. El espejo mágico había hablado de una tormenta muy fuerte que
se aproximaba. Viro y Cuelebre ya había percibido el peligro sujetaron fuerte
los cabos y mirando a los delfines se pusieron a tirar de la barcaza con todas
las fuerzas que tenían. Julia se fue hasta Dalia y Belén, Cristina estaba
jugando con los niños en su hora de descanso, cuando Carlos se acercó hasta
Cristina para alertarla y avisarla que fuera hasta donde estaba Julia, a ver lo
que podía hacer. Él, se quedaba con los niños. Pegaso llegaba hasta ellos
también, echándose en cubierta, por si fuera necesario partir de la barcaza con
los niños y mujeres. La preocupación de Xavier era saber cuánto faltaba para
tomar tierra al comprobar que Julia no lograba contactar con Connor por lo que
deducían que todavía estarían demasiado lejos de la costa. El peligro era
evidente pero debía de reinar la calma.
Viro
sabia que todavía quedaba un día para que la tormenta les alcanzara, llamó a
Pegaso para que tirara del cabo, mientras él, hablaría con la tripulación
¾
Marco,
Manuel ¿Sabéis nadar?
¾
¡Claro!
Desde muy pequeños. Mami nos lleva a la piscina (Manuel fue el que contestó ya
que Marco estaba atento a lo que hacían los mayores)
¾
Muy
bien muchachos. ¿Vosotras también sabéis nadar?
¾
Si
(Dijo Dalia)
¾
No
(Belén apenas dejaba escapar un hilo de voz para decirlo)
¾
Xavier
hay que enseñarla y pronto… Se acerca la tromba y en un día nos dará alcance
(Viro había apartado a Xavier para que el resto de la tripulación no lo
escuchase y no provocar una alarma)
Xavier
llamó a Carlos tenía que hacer una cuerda lo bastante fuerte como para aguantar
el peso de Belén. Carlos no tardó más de una hora en hacerla y que fuera todo
lo larga que se podía según las indicaciones de Xavier. Una vez terminada se la
llevó a Xavier para que la revisara, él sin perder tiempo, informaba a los
delfines que debían de permanecer cerca de ella, en el caso de que se
sumergiese, para sacarla a la superficie. Carlos rodeo la cintura de Belén con
la cuerda, Cristina la indicaba la forma de usar los brazos para nadar así como
las piernas. Xavier le hizo seña a Carlos que la arrojara por la borda, puesto
que ella no sería capaz de tirarse a la mar.
Las
aguas del océano recibían a Belén y su primera hazaña, fue tragar agua salada.
Las risas de los niños y de toda la tripulación fueron grandiosas, no pudiendo
esconderlas de ella. Belén malhumorada por las risas causadas, recordó todos los
movimientos que Cristina la había indicado. Comenzaba a flotar pero no lograba
avanzar en el agua. Dalia le dijo que se impulsara en cada brazada, con los
pies, como si fuesen aletas. Tras quince minutos los delfines se acercaron a
ella para que descansase. Xavier no la dejaría embarcar hasta que no
aprendiera. A los cinco minutos Belén volvió a intentarlo siendo esta segunda
vez todo un éxito que toda la tripulación celebro como si de un trofeo se
tratase. Belén subía a bordo. Dalia conocedora del cielo no dejaba de mirarlo,
a la vez que abrazaba a su amiga. Cada vez las nubes estaban más espesas, el
sol ya no las atravesaba dando paso a un cielo oscuro. Dalia con el cuerpo
estremecido y un nudo en la garganta, buscaba a Dios con la mirada.
Los
muchachos dormían ya entrada la noche, el resto de la tripulación, estaban
pendientes del cielo y de la mar que tímidamente comenzaba a bramar. Las Nagas
y los Elfos palidecían, Belén se agarraba a Dalia que la había avisado que el
cielo anunciaba tormenta. Las nubes estaban muy cargadas y de un momento a otro
comenzaría a llover pero también vendrían los relámpagos. Una tormenta
eléctrica era lo mejor, dentro de lo malo, que les podía ocurrir. Las aves se
habían alejado en busca de refugio, los peces se sumergieron hasta lo más
profundo del océano, solo los delfines de la misión junto con Viro, Cuelebre,
Pegaso y Catoblepas permanecían rodeando la embarcación. Sus vidas estaban en peligro
pero para unos valientes, eso carecía de importancia. Lo importante era que
Marco y Manuel cumplieran con su cometido. Reescribir la historia de nuevo.
El
alba comenzaba a dar avisos de la llegada del nuevo día, pero pronto se retiro
dejando paso a un cielo encapotado de nubes grises con tonos negro provocando a
la mar, que cada vez bramaba más fuerte. Los vientos eran huracanados, impulsando
un oleaje enfurecido y gigante. Una tromba marina se aproximaba. Viro ya había
dado el aviso a la tripulación, todos se preparaban es sus puestos. Pegaso permanecía
echado en cubierta ya con los niños, las mujeres, Julia y Xavier sobre sus
lomos. Carlos replegaba la vela sujetándose con una cuerda al mástil. Viro
aguantaba con todas sus fuerzas el cabo con la que empujar la barcaza, Cuelebre
hacia lo propio. Catoblepas miraba al cielo, clamando piedad. La tromba se
acercaba. Marco que ya había oído dos veces esa palabra pero no veía nada,
pregunto a su abuela.
¾ ¿Qué es la tromba, aya?
¾ Es una columna que une la nube con el agua en
forma de embudo con tanta fuerza que arrasa con todo lo que se cruza en su
camino. Es como el huracán que ves en las películas que destruyen las casas y
los coches, al ser en el mar se le llama tromba marina.
¾ ¿Y nosotros estamos en su camino?
(Preguntaba Manuel ya asustado)
¾ No lo sé, niños… Recemos para que Dios
nos ayude y no estemos en su camino. Debemos de obedecer a Xavier y a Viro,
ellos nos pondrán a salvo.
Belén
permanecía cabizbaja, con la mirada perdida en busca de la calma, en la que
sólo al oír a su amiga, la hizo sentir la piel, que se erizaba, sus latidos se
aceleraban, sus oídos se ensordecían temerosos de lo que se avecinaba y sus
ojos lagrimeaban. Dalia abrazaba a sus nietos sin querer mirar el horizonte, le
bastaba oír bramar al mar y el resplandor del cielo para saber que la tromba
estaba cerca. Por primera vez, Xavier tenía la cara desencajada.
Los
relámpagos eran cada vez más luminosos acompañados de truenos ensordecedores y
amenazantes que desorientando a Pegaso, le hacían temblar su cuerpo para sobre
salto de los pasajeros que llevaba. Viro y Cuelebre deslumbrados por los rayos,
sujetaban los cabos todo lo fuerte que podían con aleteos de unas alas cansadas,
que intentaban evitar el zarandeo del viento, temiendo que los doblegara. Los
delfines, eran obligados a sumergirse, volviendo a la superficie con las
fuerzas mermadas que les hacían perder los cabos que llevaban. El oleaje se
apropiaba de la cubierta para desánimo de Xavier, que con el pensamiento ágil
le decía a Cristina que avisara a Cuelebre para que fuera a por ellos. Cristina
y Carlos estaban sentados dándose la espalda y atados al mástil, Carlos
escuchaba como Cristina se desgañitaba sin resultados, llamando a Cuelebre, al
que los truenos cada vez más ensordecedores, no le dejaban oírla. La tromba ya
estaba cerca. Los minutos parecía que pasaban demasiado deprisa sin que les
diere tiempo a nada viendo como la barcaza se hundía. Un rayo, chocaba contra
el mástil partiéndolo por la mitad para caer sobre una pierna de Cristina a la
que Carlos, con el peligro que conllevaba desatarse, no se lo pensó y arrastras
llegó hasta el trozo de mástil que aprisionaba la pierna logrando quitárselo de
encima. Xavier con la tensión del momento, grito a Pegaso para que se alejara
de la barcaza y avisara a Cuelebre, que fuera a por ellos. Pegaso reaccionó y
sin dejar de temblar, alzó el vuelo rumbo a Cuelebre al que aviso. Éste, soltando
el cabo y avisando a Viro que hiciera lo mismo, se fue hasta la cubierta a
recogerlos esperando que Carlos terminara de hacer un torniquete a Cristina
para impedir que se desangrara. La cogió en brazos y la subió a lomos de Pegaso
y después montó él delante. Viro avisaba a Catoblepas que abandonaban la
barcaza y se pusiera a salvo… Era demasiado tarde para el movimiento de Cato. La
tromba lo alcanzó, levantándolo por los aires hasta rozar la nube para luego
lanzarlo a lo lejos. Cato, mientras la tromba lo levantaba, con voz tierna y
sin mirarlo, le dijo - “Cumple la misión.
Sé que lo harás…Yo ya os dejo”- Pegaso, enmudecido, agitaba sus alas con la
mirada perdida, sin saber, si pronto verían tierra firme. Viro que era el que
más alcance de vista tenía seguido de Cuelebre, no la veía. La tormenta los
impedía ver más allá de 20 metros. No había pasado una hora del comienzo de la
tormenta y parecía que era un día entero. Pegaso estaba debilitado ante el
pánico y el esfuerzo, al que animaba Viro sabiendo que si no encontraba tierra
enseguida, se desvanecería de un momento a otro. Cuelebre se acercaba a Pegaso para que al
menos uno de los pasajeros subiera sobre sus lomos y quitarle carga a él.
Xavier fue el voluntario con la ayuda de Carlos, logrando saltar hasta el lomo
de Cuelebre. Viro aceleró su vuelo, esforzando su vista llegando a alcanzar lo
que nunca había alcanzado con semejante tormenta, un kilómetro a la redonda.
¡Por fin! Una alegría se apoderaba de él,
¾
¡Tierra
a la vista! ¡A estribor, Pegaso, a estribor!
El
Nuevo Mundo les esperaba con los brazos abiertos. El mago Connor, que los había
visto a través de su bola dentro de la tormenta y pensando que no saldrían con
vida de ella, sintió una inmensa alegría que invadía sus mejillas como fuente
clara. Se apresuró a recibirlos con la tribu más cercana, haciéndose a la mar en
sus canoas e indicándoles y voceando a sus amigos para que se tiraran. Ya
estaban a salvo. Dalia fue la primera en tirarse seguida de los niños y de
Belén, los hombres del poblado los recogían en sus canoas abrigándolos con
pieles de bisontes. El aterrizaje de Pegaso fue el más brusco de su existencia,
ni cuando comenzaba a volar lo había hecho tan tosco como ese día. Viro dio un
suspiro de alivio, Cuelebre, que siempre se reía de esas situaciones, lo miró cariñosamente
y sonrió. Estaba todos a salvo, pero la baja de Cato fue dolorosa para Viro que
era su mejor amigo. Xavier que también había tenido mucho contacto con él,
lloraba su perdida, pero a la vez lloraba de alegría al ver que continuarían
con la misión.
LOS ELEGIDOS (Captiulo 4)
LA EXPEDICIÓN
El
sol ya iluminaba el poblado con sus rayos, los niños estaban acabando de
desayunar cuando un elfo fue hasta ellos metiéndoles prisa. Carlos que así se
llamaba, era gruñón, serio y muy fuerte. El tendría que vigilar y controlar a
los niños sin que tuviera la paciencia necesaria para esos menesteres.
Viro,
que todavía estaba dolorido del combate, hablaba con Pegaso en cómo repartir al
grupo y llevarlos sobre sus lomos. Cuelebre que era el más joven y travieso
quería llevar a los niños
¾
No
Cuelebre. No eres todo lo responsable para llevarlos a ellos, tú llevaras a los
Elfos (Viro tomaba el mando del grupo siendo él junto con Xavier, el elfos más
sabio y el de más edad, que rumbos tomarían)
¾
¡Pero
disfrutarán del viaje si vienen conmigo! Vosotros sois viejos y aburridos
(Cuelebre contestaba con la voz grave y con el tono molesto)
¾
Cuelebre
ya has oído a Viro, eres muy joven todavía. Ellos deben de cumplir la misión y
nosotros debemos de protegerlos (Pegaso con tacto le hablaba a Cuelebre para
que no se enfadase) Todos nosotros debemos de estar unidos y seguir a los más
sabios en esta partida.
Xavier
que estaba escuchándolos quiso parar la discusión ya que el tiempo apremiaba.
Con voz serena pero firme, ordenó quien llevaría a quien
¾
Viro,
llevarás a las Nagas e irás delante puesto que tienes la mejor vista y en caso
de peligro las Nagas usarán su magia. Pegaso, tú llevarás a los humanos puesto
que eres el más rápido para sacarlos en caso de peligro. Cuelebre, tú nos
llevarás a nosotros.
¾
Perdonen
que les interrumpa (Belén se dirigía con la mirada a Xavier) ¿Está muy lejos a
donde vamos?
¾
Nos
queda un largo viaje y mucho que enseñarles por el camino. Cuanto antes lo
emprendamos, mejor para todos y sobre todo para la misión. (Respondía Xavier
con la voz serena y con la mirada penetrante analizándola)
Ya
camino de la misión iban en fila de a uno, con Viro abriendo el paso. Sus ojos
miraban cada rincón, hasta el mínimo movimiento de un conejo, lo detectaba. No
veía peligro hasta que Cristina, una de las Nagas, lo avisó de un peligro inminente.
Un escuadrón de dragones negros se aproximaba con las ánimas. Cayo había
desplegado a su ejército en busca y captura de las gemas y el Gran Adamas. Los
niños tenían que ser capturados vivos puestos que sin ellos, no podría escribir
en las tablas.
¾
¿Por
qué lado se aproximan, Cristina? ¡Rápido Pegaso! ponte detrás de mí, Cuelebre
pon a los Elfos a lomos de Pegaso y ven a mi lado. (Viro daba las órdenes sin
poner nerviosos a los muchachos)
¾
Por tu
derecha Viro (Advertía Cristina) Vienen también por el frente
¾
Pegaso
ya sabes, galopa veloz hacia las montañas allí te ayudaran los duendes rojos.
Nagas iros con ellos y poneros a salvo. Si todo sale bien nos veremos en el
poblado de los Duendes Rojos y si nos retrasamos, nos encontraremos en El
Refugio de los Magos. ¡Qué la fuerza y la magia vaya con vosotros! Cuelebre no
ataques hasta que yo dé el aviso. Esto será cuando estén cerca y los alcance tu
fuego.
¾
Los
mataré a todos Viro, ninguno es más fuerte que yo (Cuelebre se enorgullecía de
ser el mejor. Sus escamas eran tan duras que nadie lograba traspasarlas) Déjame
ponerme al frente
¾
¡No!
(Viro lo miró enfadado) Catoblepas está cerca y seguro que nos echa una mano.
Nagas no me habéis oído, iros con Pegaso
¾
No
Viro. Déjame en esa montaña y te ayudaremos no creo que Cato llegue a tiempo.
(Julia la Naga de más edad y la mejor maga, sabía que sin su ayuda fracasarían.
Su espejo mágico, le había mostrado a Cayo dirigiendo al escuadrón) Usaremos
nuestra magia para equilibrar las fuerzas.
¾
Es
peligroso Julia, pueden matarte (Viro sabía que necesitaba toda la ayuda
posible pero temía por ella) De acuerdo, os acercaré a las rocas y vosotras dos
la ayudaréis. Mejor las tres juntas.
Ya
las nagas posicionadas en las rocas veían como los dragones negros se acercaban
tomando posición de defensa Viro y Cuelebre, que les esperaban a una distancia
prudente entre ellos, para comenzar la lucha en campo abierto. El escuadrón de
los dragones negros era de 20 siendo la desventaja notable, en esos momentos en
los que Viro todavía estaba dolorido del combate anterior. Elena que era la
Naga más inquieta, enseguida sacó su barita para comenzar la defensa. Julia le
bajó el brazo
¾
¡No!
Cayo está mirando y mejor que de momento no nos vea. Esperemos a que se
despiste un momento para lanzar nuestro ataque.
¾
¿Lo
estás viendo, Julia? (A Elena le temblaba la voz, con tan solo nombrarlo)
¾
Si.
Está en su castillo con Tosco en su hombro. Cuando yo levante mi barita
vosotras lo haréis también. Cristina tú lo harás por la izquierda, y tu Elena
por la derecha. Yo iré por la retaguardia y los cogeré por sorpresa.
¾
¡Pero
Viro dijo que no te dejáramos sola! (Cristina tenía miedo de separarse, era muy
peligroso enfrentarse a las fuerzas de Cayo, el mejor de todos los magos)
¾
No
rechistes y sigue mis órdenes. Saldremos de esta (Julia las calmaba, sabía lo
que hacía, su espejo mágico se lo mostraba)
Los
Dragones Negros se dividían dando ventaja a nuestros amigos, Viro astutamente,
se fue a por el que estaba al mando deshaciéndose primero de los dragones que
lo estaban escoltando, ahogándolos con las garras y con su pico de oro le arrancaba
el corazón al jefe del escuadrón. Cuelebre, con su fuego envenenado luchaba con
el segundo al mando, así, como con dos más. Los fogonazos se intercambiaban
siendo más potentes los de Cuelebre que iluminaba con colores amarillos,
naranjas y rojos el universo donde las estrellas se escondían por el calor que
desprendían. Los dragones negros al ver que sus jefes al mando habían caído, no
seguían ninguna estrategia que pudiera derrotarlos enfureciendo a Cayo que al
verlo desde el castillo, daba instrucciones a un tercero para que tomara el
mando y los dirigiera. Tenía que matar a Viro que era el más astuto en asuntos
de estrategia.
¾
¿Pero
qué es eso? (Cayo vio a las Nagas y con un enfado descomunal por no a verlas visto
primero, fue a paso rápido en busca de su barita) ¡Serán brujas tontas! Creer
que me van a ganar ¡Qué estúpidas! Tosco ve veloz como el rayo hasta Julia que
es la mejor de ellas y quítale el espejo mágico. Yo emplearé mi magia para
detenerlas.
Cayo
usó su barita y se tele transportó hasta el lugar frente a las rocas donde
estaban las Nagas para comenzar su ataque. La energía poderosa que salía de sus
manos, mandando una ráfaga directa e intensa de magia… Primero paralizó hasta
hacerla estatua a Elena que era la más débil, Cristina al verlo, avisó a Julia que
estaba pendiente de Tosco, que se acercaba, sin dejar de mirar su espejo y percibiendo
que Cayo estaba más enfadado de lo habitual llegando a ser un enemigo muy
peligroso. Julia con grandes reflejos, empleó su mejor magia para combatirlo, enviándolo
toda su energía en forma de rayo.
¾
Cristina
a tu izquierda junto conmigo, empleemos nuestras fuerzas juntas hacia Cayo.
¡Ahora!
¾
Jajaja
(Cayo con la risa irónica pero sin descuidarse sabiendo la habilidad de Julia,
con el rayo eléctrico que las zarandeaban, intentaba desanimarlas) No seáis
estúpidas, no tenéis nada que hacer para vencerme. Sabéis cual será vuestro
final. Vivir para siempre en el inframundo. (Cayo se jactaba viendo su
victoria)
Cuelebre
que vio a Cayo como se dirigía a las Nagas, le lanzó una llamarada haciéndole
caer al vacío a la vista de Tosco, un cuervo grande para su especie, que al ver
que su amo caía en picado al vacio, voló en su auxilio dejando a Julia que se
escapase. Cuelebre fue a buscarlas lo más rápido que pudo dejando a que Viro
terminase con los últimos Dragones Negros que tenia arrinconados, rematándolos
con rapidez para ir con Cuelebre al rescate de las nagas. El mayor enemigo y el
más peligroso, andaba cerca. Era tiempo de huir.
Pegaso
llegaba hasta el poblado de los duendes rojos, con todos a salvo pero con el
nerviosismo de haber dejado a sus amigos solos y en desventaja ante el peligro.
Confiaba en Viro, sabía que era un valiente guerrero y muy audaz en asuntos de
batalla pero los dragones negros eran mercenarios de Cayo, al que sólo, había
derrotado hacia tiempo un mago que estaba en tierras del Nuevo Mundo. Cayo que
había sido un hombre noble y el mejor alumno de la escuela de magia hasta que
la codicia se fue apoderando de él, para llevarlo por el mal camino llegando a
matar a sus amigos y a los mejores brujos para obtener sus sangres, que echaba
en pócimas, y así adquirir sus sabidurías. Con esto, conseguía hacerse cada vez
más poderoso.
Los
duendes, que habían sido avisados de la llegada de los forasteros, fueron a
recibirlos con mantas una vez que Pegaso se echaba sobre la hierba para que desmontaran,
sin dejar de mirar a los elfos para que estuvieran en guardia. Xavier sabía que
Cayo los descubriría ya que tenía ojos en todas partes y aunque los
duendecillos eran discretos y amigos, alguno podía haber avisado de su llegada
al poblado
Marco
y Manuel parecían ajenos a los peligros y disfrutaban con cada viaje a lomos de
Pegaso, siendo para ellos una diversión continua.
¾
Aya ¡Es
una pasada! (Marco hablaba a su abuela como si acabara de bajar de una
atracción de feria) Es mejor que cualquier tiovivo del mundo, cuando se lo
cuente a mis amigos no me van a creer.
¾
¿Quieres
tranquilizarte, Marco? No des alas a tu hermano que ya sabes como es. (Dalia
miraba a Belén, las dos veían que de aquella no salían con vida)
¾
Será
mejor que alguien nos diga algo más de lo que sabemos. Dalia emplea tus dotes
de periodista y pregunta con tacto. Creo que si unimos nuestras informaciones
seremos más fuertes ¿No crees? (Belén buscaba el beneplácito de su amiga, que
era más sutil y con el temple adecuado)
¾
No
estoy segura de querer saberlo todo… Ya estoy mayor para tanta batalla, y lo
único que deseo, es que acabe esta pesadilla, despertarme y estar en mi cama y
pensar que todo ha sido un sueño. (A Dalia le temblaban las piernas, cosa
extraña en ella pero la situación no era para menos)
¾
No me
creo que no quieras saber lo que nos espera. Yo creo que ese elfo, el más
viejo, sabe todo lo que tenemos que hacer y donde está el lugar sagrado.
¡Tienes que ir! Tienes que preguntarle. (A Belén le podía la curiosidad)
¾
¡Está
bien! Lo haré cuando estemos todos algo más relajados.
Cayo
estaba furioso porque no sólo Viro se le había escapado si no que también,
había perdido la pista a los niños con El Gran Adamas. Llamó a Cadejo para que
indagara entre los poblados si habían visto a los niños. Cadejo no tardó en
presentarse ante él.
¾
Aquí
estoy mi señor, a las órdenes del mejor Brujo de todos los tiempos. Sus órdenes
son alabanzas para mí. (Cadejo siempre le hacia la pelota en demasía a Cayo, no
por admiración si no por miedo. Cayo lo sabía pero siempre lo utilizaba en su
beneficio) ¿En qué puedo ayudar esta vez a mi señor?
¾
Cadejo
necesito que te transfigures en humano y vayas al norte, a Bretaña. Allí están
los niños que llevan El Gran Adamas. Quiero que averigües donde están que yo
veré por tus ojos. Ten cuidado y no hagas demasiadas lamentaciones que pueden
descubrirte las Nagas. No quiero un fracaso, los quiero a ellos vivos.
¾
Pero
mi señor yo soy un espíritu de la noche, la luz del sol me ciega y sin mi lana
mucho tiempo no sé si podré cumplir la misión que me encomienda… Y aparte no sé
cuántos niños son.
¾
¡Estúpido!
Ya te dije que yo veré por tus ojos, te avisaré haciendo que tu cuerpo sienta
una sacudida en cuanto los vea o te estés pasando. En cuanto a la luz solar lo
tengo todo pensado (Cayo fue por un frasco pequeño donde tenía una pócima) Bebe
esto y te protegerá del sol. Toma estos dos frascos ya que el efecto de cada
frasco te durará cuatro días. Vete y quiero noticias cuanto antes.
Cadejo
llegaba a Bretaña en donde Cayo había perdido la pista a Viro y sus amigos.
Comenzó a preguntar a los más jóvenes duendes que salían a su paso invitándoles
a licor. Con ello conseguía emborracharles y sacarles alguna información en
caso de que la tuviesen. Todo era negativo, ninguno había visto a los niños.
Cadejo prosiguió su camino con el temor de no encontrarlo y que Cayo lo enviase
al inframundo. Pensó que era hora de preguntar a los jefes de los poblados, aún
sabiendo, el riesgo que corría si Viro fuera avisado. Una vez se habían enfrentado en una batalla,
derrotándolo Viro y habiéndolo perdonado, también fue avisado que a la segunda
vez que se enfrentasen, lo mataría. A Cadejo le temblaban las piernas solo con
pensarlo.
En
el poblado de los duendes rojos estaban en una cabaña, hecha de troncos de
madera sujetas con lianas de árboles. Dalia y su amiga, se estaban acomodando
cuando el elfo Carlos las llamó, para reunirse todos y preparar los víveres y partir
hacia el nuevo mundo. Sería una travesía dura puesto que no tendrían mucha
defensa ante los ojos de Cayo. Estarían en mar abierto, sería un blanco fácil
para ser derrotados.
La
noche ya asomaba decorada de luces brillantes, cuando a lo lejos Pegaso
advertía la presencia de Cuelebre con su volar travieso. Miraba con el cuello
estirado pero no llegaba a ver a Viro. Marco que estaba con Pegaso, acariciaba
su lomo con mimo, trataba de calmarlo. Manuel que jugaba con los duendecillos
al escondite, vio como un hurón lo miraba y se escondía, los duendecillos al
ver al hurón, corrieron despavoridos mientras Manuel riéndose se iba en su
busca logrando cazarlo. Con el hurón en sus manos intentó levantarlo, como
hacia su abuelo cuando iba de caza, y enseñárselo a Marco para que lo viera
pero el hurón se escapaba de sus manos, pesaba bastante para la fuerza de
Manuel que se enfadaba entre las risas de Marco y Pegaso que vieron toda la
escena.
Pegaso
seguía con un ojo a los niños y otro en el cielo en busca de Viro, pero al que
veía era a Cuelebre que llegaba hasta él, haciendo una pirueta para aterrizar.
Con sumo cuidado dejaba a Elena sobre la hierba, ayudándole los duendes a
sacarla de su boca. Elena todavía estaba petrificada, y nada hacía presagiar
que se curara. Carlos que estaba enamorado de ella, fue a recogerla en sus
brazos para llevarla hasta Sam, el curandero del poblado.
¾
Cuelebre
no veo a Viro ¿No lo abandonarías a su suerte?
¾
Tranquilo
Pegaso, que ahí viene con las otras Nagas. Está herido, creo que Xavier tendrá
que emplear toda sus sabiduría para curarle pronto.
Viro
aterrizaba con problemas en una pata, a la que un Dragón Negro había alcanzado
con su llamarada quemándosela. Su cuerpo estaba dolorido y su cara llena de
moratones, pero con la elegancia que le caracterizaba, mantenía su cabeza
erguida y con su mirada algo caída, pedía ayuda a sus amigos. Julia lo había
guiado y con su barita e hizo lo posible, para que el vuelo fuera todo lo
rápido y nada doloroso que con su magia podía Ahora le tocaba a Xavier
encontrar las hierbas para curarlo. No podían permitirse el lujo de partir sin
él.
¾
¡Estoy
bien, amigos! Solo necesito un poco de descanso y como nuevo.
Viro
no lograba guardar equilibrio, se balanceaba de un lado a otro. Hasta que
perdió el conocimiento. Cuelebre al verlo, fue a por Xavier, el nerviosismo se
apoderaba de todos en pensar que Viro se moría. Xavier por el camino iba
pensando como restablecerlo lo antes posible. Se apeo y comprobó el estado de
las heridas,
¾
Se
pondrá bien, muchachos (Xavier los tranquilizaba) Solo necesito unas hierbas
que se encuentran en aquella colina de la que me traéis apio, arándanos y
árnica. También hojas de almendro… Pegaso ve a buscarlas con Cristina, yo
avisaré a las mujeres del poblado que pongan agua a hervir. Dalia y Belén necesito
paños limpios para taparle las heridas.
Carlos
llegaba al poblado con Elena en sus brazos, un sudor frio le corría por el
cuerpo, al ver que ella no reaccionaba. Sam al verla, agachó la cabeza, a
sabiendas que su estado era muy delicado, sin decir nada, dejo que Carlos con
mucho cuidado la acostara sobre un lecho de paja tapándola con mantas. Sam
comenzó por echar a todos de la cabaña, siendo el primero Carlos. Quedaba adentro
con él, la más vieja del poblado y su ayudante y aprendiz de curandero. Cayo había empleado su magia negra, siendo la
petrificación demasiado fuerte como para qué volviera a ser la misma. Sam trató
de quitarle el hechizo pero sus facultades mentales no quedarían bien paradas,
tenía posibilidades de quedase muda y por su mente pasarían episodios de
locura. Eso, o la muerte. No había más esperanzas para ella. Después de cuatro
horas con ella y lograr que mal viviera Sam salió para hablar con Carlos.
¾ No hay nada que hacer. No conozco
ninguna pócima para curarla. Elena no podrá continuar el viaje y debemos de
enviarla a su poblado y que sus jefas decidan qué hacer con ella.
Carlos levantó la mirada al cielo en
busca de esos Dioses que los habían abandonado
¾ ¡Juro que no descansaré hasta dar
muerte a Cayo!… Eso o morir en el intento. Lo maldigo una y mil veces
Carlos volvía a entrar en la cabaña
con las lágrimas, que con su orgullo olvidado, las dejaba deslizarse. La
acarició el rostro que parecía mármol, la besó en los labios.
¾ Te odio porque te amo… Te amo Elena.
Nunca dejaré de amarte y siempre te llevaré en mi pensamiento. Te quiero como
jamás he querido y querré a nadie.
Salió con el corazón derrotado, no hubo un mal gesto, no
buscó la mirada de un amigo que lo compareciera, al paso que daba acercándose a
ellos para informales de la pérdida
de una de sus miembros. Julia que no había ido a ver a su discípula, quedándose
a cuidar a Viro, se lamentó de su fracaso. El perder a una naga era que su
estrategia y su magia no habían sido buenas. Cristina se apresuró, con la
tristeza en el rostro, a consolarla. Dalia, que era la que más hablaba con ella,
se fue en silencio y rezando en cada paso lento y cuesta arriba que iba dando.
Todos guardaban silencio y hasta Viro con la cabeza agachada suspiraba. Elena
era la más tierna y tímida, la que enseguida se ofrecía ante cualquier
contratiempo. Julia y Cristina junto a Xavier y Belén fueron a despedirla, sin
percibir que Carlos se encaminaba hasta la cima de la colina,
donde mirando a un cielo pesado, sus lamentos retumbaron en el valle
reproduciendo ecos atormentados. Sus amigos al escucharlo, se les iban nublando
los ojos, se les estremecía la piel y la voz se les entrecortaba.
Los Duendes Rojos gente hospitalaria
de corazón noble y amigos de sus amigos, hicieron una especie de camilla con
palos y hojas secas donde colocaron a Elena, amarrándola para llevarla a su
poblado. Elena, inmóvil y con sus ojos desorientados no se enteraba de lo que
ocurría. Todos hacían pasillo con un clamoroso silencio, a la vez, que
inclinaban la cabeza al paso de los duendes, que la alzaban en señal de respeto
y reconocimiento a la heroína, que dio su vida para que la misión continuara.
Habían partido los duendes con Elena, cuando Sam, se iba en busca de Xavier para
saber cómo estaba Viro y hablar de los peligros que todavía les esperaban. La
travesía al Nuevo Mundo era una incógnita, no sabía cuando tardarían en llegar
ni cuantas dificultades aún les aguardaban. Sam encendió una pipa y con la voz
serena y mirando a Xavier, le habló,
¾
Xavier
nosotros podemos construiros una barcaza para la travesía, pero será lenta si
no tenéis más ayuda y no podréis llevar muchos víveres con el poco tiempo que
tenemos. Tengo un amigo que igual os puede ayudar. Hablaré con él a ver qué
dice.
¾
Te lo
agradezco Sam, toda ayuda que tengamos será poca ante el alcance de Cayo. Ya
sabemos de lo que es capaz y lo que necesitamos es gente valiente que no le
tema y por supuesto que de la vida por la misión. Julia es la que vio que
teníamos que ir al Nuevo Mundo y está en contacto con un Brujo que ya derrotó a
Cayo, esperemos que esa conexión no se pierda.
¾
¿Y los
humanos ya saben todo en cuanto a la misión?
¾
No lo
sé… Una de las mujeres, la más clara, creo que es la que más sabe pero su
ímpetu es demasiado atrevido para lo que nos espera. La otra es más serena y
tiene más temple. De confiar en alguna creo que sería en la tostada.
Detrás
de un árbol estaba Peter, un duende rencoroso y malo que estaba escuchando a
Xavier y a Sam lo que estaban planeando. Peter y su hermano Henry, se habían
enfrentado en una lucha a vida o muerte para saber quién de los dos sería el
nuevo Jefe del poblado. Su padre había muerto sin elegir un heredero. Peter era
codicioso y vanidoso, no soportaba que el resto del poblado se igualase a él.
Él tendría la mejor cabaña y todos trabajarían para él y su familia llevando al
pueblo a una esclavitud hambrienta y humillante. Henry que era bondadoso,
trabajador y amigo de sus amigos, no quería luchar contra su hermano pero los
viejos del poblado así se lo exigieron viendo lo que les esperaba. Henry que
era más fuerte, no quiso ni pudo matar a su hermano, saliendo victorioso de la
contienda y proclamado por el pueblo como el nuevo Jefe, ordenó a su hermano al
destierro, lejos de ellos.
Peter
se fue sigilosamente sin que lo viera nadie hasta el poblado de los duendes
morados, donde podía entrar siempre que llevara información, del que había sido
su pueblo. Los duendes morados eran gandules, amigos de la juerga y enemigos de
los duendes rojos a los que saqueaban, cuando estos dormían. Peter entraba en
la cantina donde estaba Cadejo, éste al verlo, se imaginó que era un desterrado
y duende de poco fiar para su pueblo.
¾
¡Hola!
Tú también eres forastero, por lo que veo. ¿Qué tal este pueblo y qué haces
lejos del tuyo? (Preguntó Cadejo como si no le importara)
¾
Este
es mejor que el mío. Al menos aquí respetan las clases sociales y a sus Jefes.
Yo soy del poblado de los duendes rojos pero allí el Jefe es mi hermano que no
sabe emplear la mano dura.
¾
¿Por casualidad…?
No nada. No creo que tú sepas
¾
¿El
qué? Pregunta. Yo sé más respuestas que las que imaginas
¾
Si
pero esto no, no creo que lo sepas
¾
Venga
dispara flecha que seguro que si lo sé (Peter se ofendía ante la poca
delicadeza que mostraba el extranjero)
¾
¿No
habrás visto a dos niños con dos mujeres con una escolta de un grifo, un
corcel, un dragón, elfos y nagas?
¾
¡Pues
claro, que lo sé! Están en mi poblado, el de los duendes rojos. Y escuché a
Sam, el curandero, hablar con un elfo viejo de un viaje al Nuevo Mundo. Creo
que también oí algo sobre ir a El Refugio de los Magos, pero de esto no estoy
muy seguro yo trataba de que no me vieran. ¿Por qué quieres saberlo?
¾
Son
amigos con los que había quedado pero me retrasé y los perdí. Gracias amigo por
tu información, permíteme invitarte a esta ronda. (La sacudida que había
recibido Cadejo le había inquietado, era la señal de Cayo para salir a
encontrarlos)
¾
“Cadejo ve al poblado pero no te dejes
ver (La voz de Cayo le hablaba a través del viento metiéndose por los oídos de
Cadejo) Escóndete tras los matorrales que encuentres y así pasarás
desapercibido para las Nagas. El grifo está herido y seguro que no está
haciendo guardia pero cuídate del dragón.”
En
el poblado de los Duendes Rojos estaba todos atareados en el suministro que
tenía que reunir para los huéspedes en su partida hacia mar abierto. Xavier
había decidido que cuando estuviesen en El Refugio de los Magos, hablaría con
las mujeres sobre los riesgos del viaje y sobre el desconocimiento que tenían
sobre el Nuevo Mundo.
Dalia
arropaba a Manuel con la ayuda de Belén que arropaba a Marco. Manuel que no
quería dormir todavía, no paraba de preguntar a su abuela sobre las piedras que
habían encontrado en la casa de su amiga.
¾
Aya
¿Mañana también vamos a volar con Pegaso?
¾
No lo
sé, Manuel pero es probable. Duérmete que tienes sueño y hoy fue un día muy
duro.
¾
¿Y por
qué las Nagas parecen serpientes?
¾
Son
seres mitológicos hindúes. Se dice que de los cielos bajaron una raza de
serpientes y enseño a la humanidad. Estos seres, se hicieron novias de algunos
Dioses y nacieron las Nagas. Con rasgos humanos y cola de serpiente. Algunas
son mala y escupen un veneno mortal pero otras son magas y buenas con los
humanos y esas son las que nos acompañan. ¡Ahora a dormir, Manuel!
¾
¿Y los
Elfos? (Preguntó Marco que estaba atento a lo que su abuela contaba)
¾
Los
Elfos son de apariencia humana frágil y delicada que suelen vivir cientos de
años. Ellos pertenecen al mundo de las hadas Son muy ágiles y silenciosos y
grandes conocedores de los bosques, tienen visión nocturna y su especialidad es
la música, la poesía y que todo este en armonía. ¡Duérmete Marco! Que estás
cansado y mañana aún lo estaremos más
¾
Si
pero dime (Manuel volvía a preguntar para la poca paciencia que ya tenía su
abuela) ¿Por qué esas piedras hicieron que pasáramos aquí? Marco dice que son
mágicas pero si son mágicas ¿Por qué no volvemos a casa?
¾
Porque
las hay que llevar a un lugar donde ellas tienen su casa y allí podremos pedir
deseos para que se cumpla en nuestro mundo donde los animales no hablan (A
Dalia le hacía gracia como se asombraban sus nietos cuando oían hablar a los
animales mitológicos)
¾
¡Jo…!
Pero yo quiero volar con Cuelebre (Marco lo veía más atrevido en el vuelo, y
eso a él, le gustaba) Es más divertido.
¾
Volaremos
con quien diga Viro, parece que sabe lo que se hace
¾
¿Y por
qué esas piedras se llaman del zodiaco?
¾
¡Verás
Marco! ¿Tú sabes lo que es el zodiaco, no? (Belén esperaba que Marco se lo
confirmara, cosa que éste hizo con la cabeza) Pues cada signo tiene una piedra
preciosa que les sirve como amuleto contra las enfermedades o con la mala
suerte en sus vidas. Cada piedra de esas que tienes en el bolsillo representa a
un signo del zodiaco, de ahí que sean las piedras del zodiaco. (Belén hacía una
pequeña pausa mirando a Dalia para que
la confirmara que Marco la entendía) Cuando lleguemos al lugar donde las tenéis
que colocar Manuel y tú comenzando por el primero que es Aries y su piedra
mágica es el Jaspe Rojo. Pero eso ya os lo iré enseñando poco a poco.
¾
¿Y
cuándo vamos a casa? Ya no tengo baterías para la consola (Manuel ya halaba
casi susurrando, el sueño lo estaba venciendo)
¾
Pronto
Manuel, pronto (Dalia lo terminaba de tapar a la vez que escuchaba sus palabras
sin llegar a creérselas)
¾
Aya
estate tranquila, que no nos pasará nada. Cuando dejemos las piedras en su casa
ya nos vamos para la nuestra y ordenaré mi cuarto sin protestar.
¾
¡A ver
si es verdad, Marco! Venga que mi nieto mayor también tiene que dormir que
mañana no sé, que nos deparará. (Dalia después de dar el beso de buenas noches
a Manuel, se acercó a la cama de Marco para besarle también.) Acostémonos
nosotras también Belén, estoy cansada de no hacer nada o de nervios, pero me
siento agotada.
¾
Si
Dalia… Mañana será otro día. ¿Cómo estarán nuestras familias sin noticias
nuestras? ¡Te imaginas! Pensarán que nos fugamos con los niños (Belén le sacaba
una pequeña sonrisa)
Comenzaba
a asomar el sol, cuando el poblado ya tenía gran parte de los víveres
preparados para los elegidos como ellos los llamaban. Marco y Manuel abrían los
ojos de mala gana con más sueño que cuando se acostaron. Carlos fue a por ellos
y cogiéndolos en brazos los llevó hasta un barreño lleno de agua fría. Los
gritos de Manuel y de Marco fueron las risas de los niños del poblado, llegando
Marco a percatarse de las risas que estaban provocando, tragó saliva, dejando
de chillar pero titiritando de frio. Dalia no tardó en bañarles para taparlos,
con la ayuda de Belén, en un manta. El día comenzaba con nerviosismo para las
mujeres. Dalia levantó la mirada y vio a Pegaso que iba a buscarlos para que
montasen sobre su lomo, todo estaba previsto para ir hasta El Refugio de los
Magos. Todas las precauciones fueron pocas, ninguno detecto la presencia de
Cadejo que se escondía tras los matorrales tal y como Cayo le había ordenado.
Ya
en El Refugio de los Magos, a los niños los dejaron jugar fuera de la cabaña,
Marco todavía tenía algo de batería en la consola, por lo que se quedó sentado
en el escalón de la entrada a El Refugio. Carlos que llevaba días intrigado en
cómo salía imágenes en ese aparato, llegando a pensar que era mágico, decidió
preguntarle a el niño.
¾
Es una
consola. Mira por aquí se meten los juegos, luego le das a estos botones y te
pones a jugar. ¡Pero si no volvemos a casa pronto, se me acaban las baterías!
¾
¿Y de
eso hay mucho donde tú vives?
¾
Si. Es
raro el niño que no tenga una. Hasta los mayores juegan con ellas. Mi padre
juega con la play ¡pero no es tan bueno como yo!
¾
Pero
si jugáis solos y cada uno con una, nunca os llegaréis a conocer y no seréis
verdaderos amigos. Creceréis sin los lazos que os unan, nunca sabrán si estás
bien o mal, porque solo mirarán ese aparato. No es bueno ese juego, te aparta
de lo que de verdad importa.
Mientras
Carlos se entretenía con Marco y la consola, Manuel se iba alejando de la
cabaña. Cadejo al verlo y con instrucciones de Cayo, se volvió a transfigurarse
en un ser lleno de pelo de lana de poco más de un metro de estatura, su lamento
horrible para cazar a sus presas comenzó siendo discreto, para que solo los
oídos de Manuel lo escuchase pero el niño se adentraba sin escuchar nada, sin
enterarse que Cadejo lo perseguía y se iba aproximando.
Julia
estaba dentro de la cabaña mirando el espejo mágico, tratando de comunicarse
con el brujo Connor, que estaba en el Nuevo Mundo y el único que había
conseguido derrotar a Cayo, cuando en su espejo apareció la imagen de Cadejo cerca
de Manuel. Sin perder tiempo se subió en su barita mágica llegando como el rayo
hasta el niño.
¾
¡Sube
Manuel! Que vamos a dar una vuelta, verás que divertido
¾
Pero
eso es pequeño y los dos no cabemos
¾
Es
mágica y verás cómo no, nos caemos. Dame la mano.
Con
Manuel a salvo de las garras de Cayo, Julia respiró aliviada. Le dio una vuelta
pequeña al niño para ir enseguida a avisar a Viro y a Xavier de lo acontecido.
Xavier está reuniendo a todos alrededor de la chimenea y pensando
como contarles a las mujeres todo lo que ellos sabían y cuanto estarían
dispuestas ellas a dar por la misión. También sentía curiosidad por saber qué
es lo que ellas sabían, en el supuesto caso, que supieran algo. Mientras daba
vueltas sobre sus pasos, entraban por la ventana Julia y Manuel, subidos en la
barita. Julia entraba
por la ventana con la expresión preocupante en su cara. Manuel estaba con la
adrenalina subida del viaje en la barita. Viro supuso lo peor… Cayo andaba
cerca. Julia, Xavier y Viro se alejaron lo bastante para no ser escuchados y no
alarmar al grupo. Cuando volvieron a tomar sus posiciones Viro, ordenó a
Cuelebre hacer guardia y Pegaso junto con ellos lo relevarían en caso de
cansancio.
¾ ¿Nos viste Marco? La barita es
mágica y dimos vueltas en el aire sin caernos (Manuel estaba excitado por el
vuelo) Julia, Julia… (Julia estaba reunida) Cristina ¿mañana me dará otra
vuelta?
¾ ¿Pero no decía Julia que tenias
miedo? Mañana le toca a tu hermano (Cristina veía que Marco se enfadaba por no
haberlo subido a él también) ¡Veremos si se atreve a subir!
¾ ¡Claro que me atrevo! Yo no le tengo
miedo a nada y si me das otra barita como esa, te echo una carrera.
¾ Primero tendré que enseñarte que
tienes que hacer para que te obedezca. (Entre los planes de las Nagas entraban
en enseñarles lo básico de la magia y sobre todo a volar en caso de peligro,
sobre ellas. Cadejo lo había anticipado)
Volvía a tomar asiento Xavier, retomando
la conversación que había iniciado. Las noticas que Julia había recibido de
Connor eran desconcertantes. Debían de viajar al Nuevo Mundo pero allí, no
estaban las puertas del lugar sagrado sólo, recibirían instrucciones que
Connor, el mejor brujo del lugar y el único que derrotó a Cayo, les daría.
Según él, en sus sesiones con los espíritus de los mejores magos, tendría que
enseñarles a utilizar la magia con el poder de la mente e instruirles de los
peligros de la magia negra de Cayo. Hoy Cayo era más poderoso que cuando se
enfrento a Connor. La sangre junto con pócimas mágicas que había bebido de los
magos a los que dio muerte, le hicieron poseer sus conocimientos, aumentando su
poder pero no su inteligencia, terreno en el que ganaba Connor.
¾ Creo que todos sabemos el motivo de esta reunión (Xavier hablaba después de
mirar uno a uno de los allí reunidos a los ojos) Vosotras creemos que tenéis
información sobre la Misión que debemos de cumplir y que puede ser beneficiosa
para la seguridad del grupo. Nos gustaría escucharlas si sois tan amables y,
las uniremos a las nuestras. Si no me equivoco (Xavier se dirigía a Belén) eres
tú, la que tienes más información.
¾ Yo solo sé lo que me dicen en esta carta (Belén sacaba la
carta del bolsillo que llevaba entre la ropa y con cierta dudas se la daba a
Xavier) Esta carta me la envió un amigo que está en el Tíbet y otro amigo que
reside aquí en Gran Bretaña me inicio en el mundo de la magia. ¡Aunque viendo a
las Nagas, creo que no sé nada!
¾
Eso
ahora mismo es lo menos preocupante. ¿Sabéis del peligro que corréis y que
sobre todo hay que proteger a los niños junto con el Gran Adamas y las gemas?
Según la visión de Julia debemos de ir al Nuevo Mundo, allí nos reuniremos con
el Brujo Connor que nos dirá como podemos derrotar a Cayo en caso de necesidad.
Cayo, como sabéis es un Brujo malvado que desea al Gran Adamas y a los niños,
pues sin ellos no podrá escribir en las tablas. Nosotros pondremos nuestras
sabidurías, nuestras fuerzas y con ello nuestras vidas para que los niños
escriban en ellas. No solo dependerá de ellos vuestro mundo, sino que también el
universo, en el que nosotros vivimos. Mañana daremos una vuelta por el poblado
y os enseñaremos lo que estamos haciendo para partir. Mañana en la noche, nos
haremos a la mar. Allí no tendremos prácticamente defensa, estaremos en peligro
constante y seremos un flanco fácil para Cayo. No obstante, Sam me dijo que me
presentaría a un amigo que igual nos ayudaría.
¾
Perdone
que le interrumpa (Dalia miraba a Xavier en busca de un aliento a tanto
desconcierto sobre el futuro) ¿Tendremos un barco y provisiones suficientes
para partir hasta América?
¾
¿Hasta
América? Creo que no me escuchó. Vamos hacia el Nuevo Mundo y si tendremos una
barcaza y provisiones para unos quince o veinte días.
¾
Perdone
no recuerdo a veces donde estamos. A lo que vosotros llamáis Nuevo Mundo
nosotros le decimos América. Esta América del Norte donde la cultura es más
seria con idioma de Bretaña y está la América Latina que es todo Centro y Sur
de América con una cultura más desenfadada y con el mismo idioma que el nuestro.
(Dalia se ausentaba por un instante recordando su casa y a sus hijos)
¿Concretamente a donde vamos al norte o al sur? Lo digo porque al encontrarnos
en Gran Bretaña lo más cerca que nos queda es el norte del Nuevo Mundo.
¾
Nos
dirigimos al norte de América, allí nos espera Connor (Respondía Julia ante la
duda de que Xavier no supiera la respuesta) Cuando estemos próximos a la costa,
Connor nos verá y nos dirigirá hasta donde tenemos que ir. Lo tenemos todo
controlado solo nos falta enseñaros a vosotros.
La
noche avanzaba dejando el cansancio en los rostros de los allí reunidos, los
niños se habían dormido en el suelo, cerca de la chimenea. Carlos, cogió
primero a Manuel en brazos para llevarlo hasta su cama y después fue a por
Marco con el que haría lo mismo. Dalia y Belén también se despedían de los
presentes con un ¡Hasta mañana!, ya
sabiendo lo que les esperaba. El trayecto era largo y no con todas las
comodidades. Lo que era para Dalia una incógnita era el barco en el que irían y
si disponían de remos ¿quién remaría? puesto que ellas no tenían las fuerzas
suficientes. Xavier no le había
contestado a esa pregunta con la que se quedaba preocupada.
El
alba avisaba de su llegada, cuando Carlos fue como cada día, en busca de los
niños. Tenía que enseñarlos a luchar en caso de peligro. Tendría gran parte del
día y también la travesía para enseñarles todas las artes de lucha, pero ahora
necesitaban por lo menos saber lo básico, escaparse o esquivar al contrario.
Esa orden era de Viro, que los veía muy metidos por el artilugio donde se veían
imágenes. Las mujeres al oír a Carlos ya sabían que era hora de levantarse,
Belén se asomó y vio que comenzaba a amanecer por lo que no le gustó que Carlos
ya fuera por los niños.
¾
Belén
ya sabes lo que nos dijo ayer Xavier… Nos acechan muchos peligros y debemos
estar todos preparados. ¡Por cierto! ¿lo de la magia seria por ti, eh? A mi
esas cosas ni se me dan, ni me gustan. (Dalia intentaba calmar los nervios de
su amiga, que no paraba de caminar por toda la choza/habitación en la que
estaban. Dalia se encogía de hombros y pensando en alto, se oía) ¡A mí no sé
que me enseñaran!
¾
¡Magia
Dalia, magia! Ya le oíste tenemos que esforzarnos en aprender pronto no tenemos
mucho tiempo.
Estaban
acabando de desayunar algo parecido a un té, cuando Cristina se acercó hasta
ellas
¾
¡Buenos
días! Julia me dijo que viniera por vosotras, Xavier os enseñará lo que están
construyendo los duendes para viajar al Nuevo Mundo. Lo siento chicas pero
tenemos que irnos.
Viro y Pegaso sobre volaban el bosque hasta una explanada
donde los duendes estaban terminado una barcaza. La barcaza era de madera resinosa y cubierta en
partes de cuero. Las velas eran también de pieles de animal, posiblemente de
buey. El ancla, era una piedra con un orificio por donde se ataban con cabos
sujetos al casco del barco y algunas hendiduras para fijar el nudo de arraigo.
La barcaza tenía la proa y la popa bastante elevadas, pero al ser plana, podía
fondear más cerca de la costa e inclusive en las playas. Con ella tendrían un
problema menos, podrían desembarcar en cualquier sitio lejos del peligro. Bajo
cubierta había un gran camarote donde dormirían los expedicionarios y estarían
los víveres. Los duendes revisaban cada parte de la barcaza pensando en todo lo
necesario para la navegación. Sam, no perdía detalle de todo lo que allí pasaba,
siendo al que John había puesto como coordinador, organizaba a los duendes en
las tareas. Lo supervisaba todo con la tranquilidad de estar todo bien hecho y
pensando que estaba todo lo necesario, hasta que oyó a un duendecillo como se
quejaba de que no había nada blando para dormir un poco, no reparó en el
descanso de los niños. La idea le vino enseguida. Había que construir dos
cestos de mimbre, lo bastante amplios, que sirvieran de cama para ellos. Las
mujeres del poblado se pusieron a ello. La primera impresión de Dalia, fue de
decepción. Era una barcaza antigua, prehistórica diría ella, en la que había
que remar y no veía quien pudiera hacerlo del grupo. “Sólo Carlos no podrá”, pensaba. Enmudeció a la vez que sus ojos se
desorbitaban y su piel se palidecía. Bajó la cabeza y mirando una flor que
afloraba, buscó la serenidad para no expresar los miedos, que en este instante,
le abordaban.
¾
¡Mira
Dalia! Parece un barco vikingo tirando a barcaza. Las barcazas que yo conozco
no tienen la proa y la popa tan elevada (Belén se mostraba algo contrariada)
Tendremos que remar pero no veo los remos
¾
Los
estarán haciendo aparte. Es una barcaza antigua, seguramente que las que
nosotras conocemos ya estaban modernizadas Los barcos celtas eran más pequeños.
No hace mucho, hizo un compañero un reportaje sobre barcos prehistóricos y creo
que salía uno parecido a ese. Lleva remos en la parte trasera. En esta igualmente
hay que remar., no tiene motor y nosotras no tenemos fuerza. Para llegar hasta
a América. Y tampoco creo que Julia y Cristina la tengan. ¡Qué Dios se apiade
de nosotros!
De
regreso al poblado, aterrizaba Viro seguido de Pegaso, que suavemente se tumbó
sobre la hierba facilitando el desmonte de los pasajeros. Xavier que las había
escuchado y sabiendo el temor a los remos, que él dedujo que eran las palas, se
fue pensativo no sin antes dedicarles una dulce sonrisa tranquilizadora.
Todos los de la Misión, estaban descansando ante la dureza que al día
siguiente les esperaba. Los muchachos que habían pasado la mayor parte del día
en su conocimiento del medio, combinadas las clases con defensa personal,
cayeron rendidos sobre sus catres. Las dos mujeres se deseaban las buenas
noches y las dos no viendo una luz para que la pesadilla acabara, en silencio y
mirando las estrellas, rezaron esperanzadas de que sus suplicas fueran
escuchadas.
Despuntaba el alba cuando se oía como la mar bramaba en un tono gris oscuro
salpicado de espuma y retando al cielo que estaba encapotado cuando, Carlos
entraba en la cabaña a por los muchachos y despertando a las mujeres. Era la
hora de irse. Los duendecillos les habían preparado comida para el resto del
día sabiendo lo que les esperaba.
Marco
y Manuel con las legañas en los ojos sin que todavía pudieran abrirlos,
protestaban por despertares antes de que saliera el sol. Dalia y Belén se
levantaban apresuradas conocedoras del peligro que los acechaba. Cayo no andaba
lejos, y toda la esperanza que tenían, era que no viese la barcaza. Sam, que
pasaba por delante de la cabaña de los humanos, les dio los buenos días con la
apacibilidad necesaria para calmar los nervios que se habían apoderado de
ellas. Sam prosiguió su camino en busca de Xavier. Cuatro delfines adiestrados
por el brujo Orson les ayudaría en la expedición hasta el Nuevo Mundo, dando el
relevo a Viro, Cuelebre y Pegaso. Si Catoblepas (Cato, para los amigos) llegaba
a tiempo, entonces sería fantástico. Pegaso fue a por los humanos para
llevarlos a la barcaza mientras Cuelebre vigilaba, Viro se llevaba a los Elfos
y las Nagas usaban las baritas mágicas. Dalia al volver a ver a los duendes
subiendo los víveres y los cestos de mimbre no pudo evitar que su rostro se
desencajara. Ahora tenía más peso la barcaza y necesitaban más fuerza. Xavier, recordando
sus temores, se le escapó una risilla y acercándose a ella quiso calmarla.
¾
¿Todo
bien, Dalia?
¾
No
¡Por el amor de Dios! ¿Quién va a remar esa barcaza? ¿Tú…? no quiero ofender
pero ya estas mayor para eso, Carlos es fuerte pero tendrá que descansar. Belén
y yo… ¿Tú me dirás?
¾
¡Mujer!
Los duendes hicieron cuatro cabos que irán enganchados, dos a proa y dos a
popa, de ellos tiraran Viro, Cuelebre y Pegaso y con un poco de suerte llegara
Cato que también tirara de uno de ellos desde el mar. Para relevarlos el mejor
mago de esta zona nos envía a cuatro delfines adiestrados. Lo tenemos todo
calculado y el Nuevo Mundo no está tan lejos.
¾
¿Cómo
que no está tan lejos?
¾
No
Dalia (se apresuró Belén a decir) Estamos en la Era Mitológica donde, todavía
los continentes estaban casi juntos. Acuérdate que todavía, si no me equivoco,
la India está al sur de Sudáfrica y a América del norte unida a Europa del
norte. Imagino que si eligieron la barcaza es para ahorrar días y evitarnos el
cansancio, que desplazándonos hasta allí por tierra. Pero la distancia es como
de Alicante a Italia. ¡Más o menos…!
Dalia
respiró profundamente aliviada. Era la primera vez en su vida que perdía los
papeles. Inspiró y exhaló de nuevo recuperando su imagen y la serenidad de la
que siempre hacia gala. Belén que en un principio se inquietó al ver el estado
de nerviosismo de su amiga, se alegró que en el fondo se la viera humana y no
de la Era Temprana (Así se llama a la Era de piedra)
Viro
estaba revisando que todos estuvieran en sus posiciones en espera de que Xavier
una vez que comprobara que estaban todos los víveres necesarios para el viaje,
diera la orden de partida pero, Xavier seguía preocupado por la falta de
noticias sobre Catoblepas, dio media vuelta y se fue en busca de Julia por si
había percibido algo.
¾
Las
mujeres ya están a bordo, si es eso lo que te preocupa. (Julia se adelantaba
ante la mirada medio ausente de Xavier)
¾
Lo sé,
Julia. No, no era eso. ¿Has visto a Cato en tu espejo?
Julia
sacó su espejo y después de unos segundos Cato aparecía cerca de donde estaban.
¾
Si
Xavier, ya lo veo. Voy a visar a Viro que Cato lleva la mirada levantada.
Ocúpate de los delfines que nos envía Orson, también están cerca.
Se
subió a su barita mágica y alzando el vuelo indicaba a Xavier por donde venían
los delfines. Manuel, que la vio despegar, protestó por no llevarlo. Marco
miraba y refunfuñando sin darse cuenta que Cristina que los estaba observando.
Se acercó hasta ellos para consolaros de que muy pronto ellos también lo
harían.
Julia
llegaba hasta Viro
¾
Viro
yo guiaré a Cato hasta la barcaza, tú vete y zarpar que, Cayo está demasiado
cerca para nuestro gusto.
Julia
dio un pequeño rodeo para llegar hasta Cato por detrás, y así evitar su mirada
fulminante. Cuando Cato la oyó bajó la mirada y se dejaba guiar por ella. La
expedición hacia el Nuevo Mundo estaba en marcha con Carlos embarcando los
cestos de mimbre en los que los niños dormirían. Marco al verlos y sabiendo lo
que eran fue a echarse.
¾
¿Estas
son nuestras camas?
¾
Si
Manuel. Aquí dormiréis (Carlos ataba los cestos mientras hablaba)
¾
¡Qué
camas más raras! ¿Son cómodas?
¾
Si pesado.
¡Déjame dormir! Tengo sueño.
Manuel
se durmió junto a su hermano mientras su abuela los contemplaba. Belén trataba
de recordar todo lo que en internet le habían enseñado a la vez que repasaba la
carta con las instrucciones. Las puertas sagradas eran el misterio por resolver
y le quitaba parte del sueño.
Los
delfines ya estaban en posición para tirar de la barcaza, en cuanto Xavier así
lo ordenara. Viro sobre volaba la barcaza y se dirigió a Xavier
¾
¡Xavier!
Julia ya está con Cato están de camino pero debemos de zarpar ¡ya!
Xavier
entendió que Cayo andaba cerca. Los delfines se pusieron en marcha mientras que
Carlos desplegaba las velas. Cato que se había dado prisa ya les habían
alcanzado y Julia ya estaba en cubierta.
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