SURCANDO EL OCÉANO
Las
primeras millas marítimas habían sido de paseo, todo estaba en calma, hasta las
mareas parecían dormidas, las gaviotas jugueteaban con los peces osados que se
atrevía a salir fuera del agua y los rayos solares bromeaban con las nubes que
estaban perdidas. El crucero por el Atlántico era un placer para los pasajeros.
Ya
el Sol estaba en lo más alto cuando los niños despertaban, Carlos estaba
pendiente del desayuno para ellos. Su primera lección del día era defensa
personal y él era el instructor. A Manuel no le gustaba mucho pero Marco que
era muy competitivo y le gustaba ganar en todo, incluido a Carlos, enfadándose
cuando no lo conseguía. Carlos que era severo y exigente con ellos con solo
mirarlos, le obedecía, en el fondo sabían que era su protector y que estaba
para defenderlos en caso de peligro. Dalia sentada en la proa, miraba el
horizonte, con la mirada perdida, tratando de recordar todas las hierbas que había
aprendido. Mientras, Xavier se reunía con Belén, entre los dos tenían que
educar e instruir a los niños en materias de ciencias del medio, astrología y
supervivencia. Belén los llamó para comenzar con las clases.
¾
¡Espérate
Belén! Todavía son muy jóvenes para tanto trabajo. Creo que es mejor que
descansen un poco y luego procedemos con las clases. Hay que ponerles un
horario de trabajo en el que tengan descansos.
¾
Si
tienes razón Xavier. Si quieres voy con Dalia ya que es su abuela y los
conocerá mejor. Entre las dos haremos el horario
¾
Sí, me
parece perfecto. Pero que os ayude Julia. Si se avecina peligro ella es la que
cortará las clases y nuestro único cometido será el de protegerles.
Belén
llamó a Julia y las dos se fueron a proa junto con Dalia. Viro que estaba
observándolas, sonreía. Por primera vez, veía a las mujeres humanas
concienciadas de la misión. Por primera vez, se estaban organizando e
implicándose en ella.
La
tarde ya estaba entrada cuando Xavier llamó a Belén, pensaba que podían
comenzar con las clases de los niños. Comenzaría por enseñarles a ser
marineros. A conocer el medio de transporte en el que estaban. Belén le
ayudaría a explicarlo en el idioma de ellos, aunque Xavier sabía hablarlo,
desconocía el argot que se usaba en el siglo XXI.
¾
Marco
y Manuel. Ahora sois marineros y como tales debéis de saber las partes del...
(Miraba a Belén para que le dijera como lo llamaban ellos) Del barco. ¿Os gusta
ser marineros? ¿Sabréis serlo en el caso que nos ataquen piratas?
¾
Sí
(Contestaron los dos al unísono)
¾
Bien
seguirme y os enseñaré todo lo necesario. Esta es la proa. Como veis es la
parte delantera del barco
¾
Si eso
ya lo sé mi mamá me lo dijo y la parte de atrás es popa (A Marco se lo había enseñando
su madre, ya que ella era de patrón de costa)
¾
Muy
bien marinero Marco. Pero seguiremos para que el marinero Manuel también lo
sepa. Mirando a proa tenemos a nuestra izquierda un costado que lo llamamos
babor y a nuestra derecha otro costado que lo llamamos estribor. El ancla, que
son estas piedras en el mundo en el que nos encontramos, creo que sabéis que es
para fondear, para que el barco se pare. Se lanza con esta cuerda fuerte para
poder luego subirla. Al suelo del barco lo llamamos cubierta. Y este palo que
sujeta la vela, lo llamamos mástil. A recoger la vela para ir más despacio, le
decimos replegando velas así el viento no te empuja con fuerza y al bajar la
bandera, decimos arriar. Cuando alguno de nosotros digamos achicar agua, os
estamos diciendo que con los hondillos, esos que tenemos, los llenéis de agua y
la tiréis a la mar. ¿Os acordáis de todo?
¾
¡Si
capitán! (Los dos contestaron al unísono. Marco se lo había aprendido todo, Manuel
no se acordaba muy bien pero tampoco le preocupaba, sabía que su hermano se lo
recordaría)
¾
¿Capitán
puedo preguntarte algo? (Marco espero a que Xavier le respondiera
afirmativamente) ¿Por qué el mar siempre tiene la misma agua? ¿Por qué cuando los
ríos llegan al mar no inunda las ciudades y los pueblos?
¾
Por el
ciclo del agua. En las zonas cálidas el
agua del mar se evapora convirtiéndose en gas y pasa a formar parte del aire.
Cuando se forman las nubes, debido de que ya la evaporación hizo que se unieran
muchas gotas de agua, con el viento se desplazan y descargan el agua que llevan
sobre la superficie terrestre, volviendo a penetrar el agua en la tierra y
desembocando en los ríos que la devolverá al mar.
Marco y Manuel estaban sentados junto a
Xavier, viendo como la noche los dejaba ver las estrellas, en frente estaban
Dalia y Belén hablando de sus cosas. Manuel era más novelero que Marco y miraba
todas las estrellas tratando de contarlas. Xavier se dio cuenta y pensó que era
hora de otra pequeña clase para ellos, la astronomía.
¾ Haber marineros. ¿Sabéis como
orientaros por noche mirando las estrellas?
¾ ¡Claro! Con una brújula como la que
tenemos en casa (Respondió Marco)
¾ ¿Una brújula? ¿Qué es eso? (Xavier le
preguntaba a Belén en espera de respuesta
¾ Es un instrumento que tenemos en
nuestro siglo que nos sirve de orientación marcando el norte mediante agujas
magnéticas. Actualmente, estamos en el XXI y ya se utiliza un instrumento que
es más exacto llamado giróscopo, que es una brújula giroscópica utilizando el
láser. Tecnología, que en la Era en la que nos encontramos, todavía no ha sido
descubierta. (Belén trató de que Xavier lo
comprendiera, cosa que hizo) Pero en verdad la primera brújula se inventó en
China a pocos años de aquí… ¡Creo! Los chinos con un pedazo de roca magnética
la colgaron de un hilo y la llamaban “Indicador del sur”
¾ De acuerdo. Pero ahora marineros no
tenemos esas brújulas sino solo tenemos las estrellas que nos guía. ¿En que nos
fijamos para orientarnos hasta donde vamos? ¿No lo sabéis verdad?
¾ No (Manuel se apresuró a responder
pendiente en la respuesta de Xavier)
¾ Mirar bien las estrellas, fijaros en
todas y unirlas mediante unas líneas imaginarias. Veréis que aparecerán dibujos.
Cuando encontréis un carro me avisáis.
Pasaron
un buen rato, Manuel enseguida se dio por vencido, pero Marco quería ganar y
siguió en su búsqueda sin parar hasta que lo encontró.
¾
¡Ya lo
encontré mi capitán! Míralo allí (Marco se lo señalaba con el dedo a la vez que
lo dibujaba)
¾
Muy
bien marinero Marco. Ese carro que encontraste lo llamamos Osa Mayor. Si unes
las estrellas por la parte de arriba del carro, la dirección te indica la
Estrella Polar que está en la cola de la Osa Menor, es la que nos indicará el
norte. Al igual que cuando estemos en el bosque, la parte del árbol donde haya
más musgo, más verde, será lo que nos indique que estamos en el norte. Todo lo
que está a nuestro alrededor, las aves, los peces, las nubes, las estrellas nos
indican las direcciones y los peligros. Solo tenemos que estar atentos a sus
explicaciones. Todo nos es dado, solo tenemos que cogerlo. Belén explícales en
vuestro idioma en donde estamos en el universo. En el que vemos ocho mundos que
pueden ser como el vuestro.
¾
Bueno
en verdad creemos que son 9 los planetas aunque entre los científicos hay
discrepancias. No obstante en el 2003 se descubrió un pedazo de roca helada que
algunos consideran planeta al que le llaman Xena. Niños… Nosotros estamos en el
Sistema Solar en el que los científicos coinciden que hay cuatro terrestres
como son Mercurio, Venus, La Tierra y Marte y otros cuatro gaseosos, como son
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Plutón se encuentra algo más alejado y es
considerado como un planeta enano, por su pequeña dimensión.
¾
Creo
que ya los ojos se les están cerrando. El vaivén del mar los adormece (Dalia
pensaba que ya habían tenido demasiadas clases por hoy. Eran muy pequeños
todavía para asimilar tanta información) Mejor nos acostamos y mañana con la
cabeza más despejada seguimos con las clases… ¿Os parece bien?
¾
¡Oh
si! No había reparado que la luna ya brillaba tanto… Está hermosa. ¡Váyanse a
acostarse! mañana seguiremos. Yo me
quedaré contemplándola.
Los
niños se durmieron pensando en el universo, en cómo sería las vidas en los
otros planetas. Marco pensaba que los marcianos estaban en Marte mientras que
Manuel decía que estaban en Júpiter que parecía un platillo volante como los que
salían en las películas de extraterrestres.
Habían
pasado veinte días en los que todos recibieron sus clases, siendo todos unos
aventajados alumnos. Los niños fueron los más avanzados debido a sus edades.
Xavier se extrañaba cada vez más, cuando las mujeres le contaban los avances de
la ciencia y lo fácil que lo hacían todo. Llegó a una conclusión y es que los
hombres del siglo XXI habían perdido la vista, el oído y el corazón. La vista,
para ver las alegrías y las penas de la naturaleza. El oído, para escuchar los
sonidos que los rodean así, como a un amigo si les necesita. Y el corazón,
porque se olvidaban que la naturaleza fue creada para la supervivencia del
hombre, teniendo en ella todo lo necesario, y sin razón ni compasión, la
estaban destruyendo. No sabrían vivir si les faltara su ordenador, su
televisor, su coche, su casa y su ejército que lo protegiera. Eran una tribu de
inútiles, no sobrevivirían en la Era en la que ahora estaban.
Los
días transcurrían plácidamente entre enseñanzas y vistas de animales acuáticos
que abundaban por el océano. Ballenas, tiburones, focas y delfines parecían
acompañarles en la travesía. Marco y Manuel preguntaba todo lo que al verles se
les venía a la cabeza. Ellos habían visto esos animales, bien en documentales o
en cautividad, pero nunca tan de cerca. Manuel corría a los brazos de su abuela
en cuanto se acercaban más de lo que él pensaba que era prudente, provocando
las risas de los demás incluido Xavier, que estaba a proa sonriendo al paso de acercamiento que daba Belén con los
muchachos.
¾
Neptuno
parece que nos ampara … Belén hoy podíamos hablarles de los peligros que corren
estos animales si no se les protege
¾
Bueno
Xavier yo te venia a pedir que les diéramos hoy descanso y solo, hiciéramos
juegos con ellos. Manuel está algo alterado con los tiburones aunque ya sabe,
que ellos temen a los delfines
Marco,
que estaba atento a la conversación, se quedó con lo de Neptuno. Él lo había
visto en Madrid y cuando el Atlético celebraba sus victorias pero, no sabía
quien había sido. Lleno de curiosidad le preguntó a Xavier,
¾
¿Quién
es Neptuno?
¾
Es el
Señor Marino de todas las aguas y mares. Él, es el que manda y si se le
desobedece o se le molesta, galopa sobre sus caballos blancos y usando su
tridente agitando las olas para que la mar provoque hundimientos de navíos e
inunda poblados costero haciendo brotar manantiales.
¾
¿Entonces
es malo? (Preguntaba Manuel que lo estaba escuchando)
¾
No marinero.
Neptuno es un hombre serio que siempre aparece acompañado de delfines cuando
cabalga sobre las olas. Se dice que él, arrancando trozos de montañas,
construyó los acantilados dando belleza a las costas. Cuando está contento se
dedica a sus mujeres e hijos. Pegaso es uno de sus hijos y dice ser un buen
padre con él.
Xavier seguía con sus pensamientos en cómo
educar a los niños para que fueran hombres fuertes, cuando Julia se apresuró a
llegar hasta él. El espejo mágico había hablado de una tormenta muy fuerte que
se aproximaba. Viro y Cuelebre ya había percibido el peligro sujetaron fuerte
los cabos y mirando a los delfines se pusieron a tirar de la barcaza con todas
las fuerzas que tenían. Julia se fue hasta Dalia y Belén, Cristina estaba
jugando con los niños en su hora de descanso, cuando Carlos se acercó hasta
Cristina para alertarla y avisarla que fuera hasta donde estaba Julia, a ver lo
que podía hacer. Él, se quedaba con los niños. Pegaso llegaba hasta ellos
también, echándose en cubierta, por si fuera necesario partir de la barcaza con
los niños y mujeres. La preocupación de Xavier era saber cuánto faltaba para
tomar tierra al comprobar que Julia no lograba contactar con Connor por lo que
deducían que todavía estarían demasiado lejos de la costa. El peligro era
evidente pero debía de reinar la calma.
Viro
sabia que todavía quedaba un día para que la tormenta les alcanzara, llamó a
Pegaso para que tirara del cabo, mientras él, hablaría con la tripulación
¾
Marco,
Manuel ¿Sabéis nadar?
¾
¡Claro!
Desde muy pequeños. Mami nos lleva a la piscina (Manuel fue el que contestó ya
que Marco estaba atento a lo que hacían los mayores)
¾
Muy
bien muchachos. ¿Vosotras también sabéis nadar?
¾
Si
(Dijo Dalia)
¾
No
(Belén apenas dejaba escapar un hilo de voz para decirlo)
¾
Xavier
hay que enseñarla y pronto… Se acerca la tromba y en un día nos dará alcance
(Viro había apartado a Xavier para que el resto de la tripulación no lo
escuchase y no provocar una alarma)
Xavier
llamó a Carlos tenía que hacer una cuerda lo bastante fuerte como para aguantar
el peso de Belén. Carlos no tardó más de una hora en hacerla y que fuera todo
lo larga que se podía según las indicaciones de Xavier. Una vez terminada se la
llevó a Xavier para que la revisara, él sin perder tiempo, informaba a los
delfines que debían de permanecer cerca de ella, en el caso de que se
sumergiese, para sacarla a la superficie. Carlos rodeo la cintura de Belén con
la cuerda, Cristina la indicaba la forma de usar los brazos para nadar así como
las piernas. Xavier le hizo seña a Carlos que la arrojara por la borda, puesto
que ella no sería capaz de tirarse a la mar.
Las
aguas del océano recibían a Belén y su primera hazaña, fue tragar agua salada.
Las risas de los niños y de toda la tripulación fueron grandiosas, no pudiendo
esconderlas de ella. Belén malhumorada por las risas causadas, recordó todos los
movimientos que Cristina la había indicado. Comenzaba a flotar pero no lograba
avanzar en el agua. Dalia le dijo que se impulsara en cada brazada, con los
pies, como si fuesen aletas. Tras quince minutos los delfines se acercaron a
ella para que descansase. Xavier no la dejaría embarcar hasta que no
aprendiera. A los cinco minutos Belén volvió a intentarlo siendo esta segunda
vez todo un éxito que toda la tripulación celebro como si de un trofeo se
tratase. Belén subía a bordo. Dalia conocedora del cielo no dejaba de mirarlo,
a la vez que abrazaba a su amiga. Cada vez las nubes estaban más espesas, el
sol ya no las atravesaba dando paso a un cielo oscuro. Dalia con el cuerpo
estremecido y un nudo en la garganta, buscaba a Dios con la mirada.
Los
muchachos dormían ya entrada la noche, el resto de la tripulación, estaban
pendientes del cielo y de la mar que tímidamente comenzaba a bramar. Las Nagas
y los Elfos palidecían, Belén se agarraba a Dalia que la había avisado que el
cielo anunciaba tormenta. Las nubes estaban muy cargadas y de un momento a otro
comenzaría a llover pero también vendrían los relámpagos. Una tormenta
eléctrica era lo mejor, dentro de lo malo, que les podía ocurrir. Las aves se
habían alejado en busca de refugio, los peces se sumergieron hasta lo más
profundo del océano, solo los delfines de la misión junto con Viro, Cuelebre,
Pegaso y Catoblepas permanecían rodeando la embarcación. Sus vidas estaban en peligro
pero para unos valientes, eso carecía de importancia. Lo importante era que
Marco y Manuel cumplieran con su cometido. Reescribir la historia de nuevo.
El
alba comenzaba a dar avisos de la llegada del nuevo día, pero pronto se retiro
dejando paso a un cielo encapotado de nubes grises con tonos negro provocando a
la mar, que cada vez bramaba más fuerte. Los vientos eran huracanados, impulsando
un oleaje enfurecido y gigante. Una tromba marina se aproximaba. Viro ya había
dado el aviso a la tripulación, todos se preparaban es sus puestos. Pegaso permanecía
echado en cubierta ya con los niños, las mujeres, Julia y Xavier sobre sus
lomos. Carlos replegaba la vela sujetándose con una cuerda al mástil. Viro
aguantaba con todas sus fuerzas el cabo con la que empujar la barcaza, Cuelebre
hacia lo propio. Catoblepas miraba al cielo, clamando piedad. La tromba se
acercaba. Marco que ya había oído dos veces esa palabra pero no veía nada,
pregunto a su abuela.
¾ ¿Qué es la tromba, aya?
¾ Es una columna que une la nube con el agua en
forma de embudo con tanta fuerza que arrasa con todo lo que se cruza en su
camino. Es como el huracán que ves en las películas que destruyen las casas y
los coches, al ser en el mar se le llama tromba marina.
¾ ¿Y nosotros estamos en su camino?
(Preguntaba Manuel ya asustado)
¾ No lo sé, niños… Recemos para que Dios
nos ayude y no estemos en su camino. Debemos de obedecer a Xavier y a Viro,
ellos nos pondrán a salvo.
Belén
permanecía cabizbaja, con la mirada perdida en busca de la calma, en la que
sólo al oír a su amiga, la hizo sentir la piel, que se erizaba, sus latidos se
aceleraban, sus oídos se ensordecían temerosos de lo que se avecinaba y sus
ojos lagrimeaban. Dalia abrazaba a sus nietos sin querer mirar el horizonte, le
bastaba oír bramar al mar y el resplandor del cielo para saber que la tromba
estaba cerca. Por primera vez, Xavier tenía la cara desencajada.
Los
relámpagos eran cada vez más luminosos acompañados de truenos ensordecedores y
amenazantes que desorientando a Pegaso, le hacían temblar su cuerpo para sobre
salto de los pasajeros que llevaba. Viro y Cuelebre deslumbrados por los rayos,
sujetaban los cabos todo lo fuerte que podían con aleteos de unas alas cansadas,
que intentaban evitar el zarandeo del viento, temiendo que los doblegara. Los
delfines, eran obligados a sumergirse, volviendo a la superficie con las
fuerzas mermadas que les hacían perder los cabos que llevaban. El oleaje se
apropiaba de la cubierta para desánimo de Xavier, que con el pensamiento ágil
le decía a Cristina que avisara a Cuelebre para que fuera a por ellos. Cristina
y Carlos estaban sentados dándose la espalda y atados al mástil, Carlos
escuchaba como Cristina se desgañitaba sin resultados, llamando a Cuelebre, al
que los truenos cada vez más ensordecedores, no le dejaban oírla. La tromba ya
estaba cerca. Los minutos parecía que pasaban demasiado deprisa sin que les
diere tiempo a nada viendo como la barcaza se hundía. Un rayo, chocaba contra
el mástil partiéndolo por la mitad para caer sobre una pierna de Cristina a la
que Carlos, con el peligro que conllevaba desatarse, no se lo pensó y arrastras
llegó hasta el trozo de mástil que aprisionaba la pierna logrando quitárselo de
encima. Xavier con la tensión del momento, grito a Pegaso para que se alejara
de la barcaza y avisara a Cuelebre, que fuera a por ellos. Pegaso reaccionó y
sin dejar de temblar, alzó el vuelo rumbo a Cuelebre al que aviso. Éste, soltando
el cabo y avisando a Viro que hiciera lo mismo, se fue hasta la cubierta a
recogerlos esperando que Carlos terminara de hacer un torniquete a Cristina
para impedir que se desangrara. La cogió en brazos y la subió a lomos de Pegaso
y después montó él delante. Viro avisaba a Catoblepas que abandonaban la
barcaza y se pusiera a salvo… Era demasiado tarde para el movimiento de Cato. La
tromba lo alcanzó, levantándolo por los aires hasta rozar la nube para luego
lanzarlo a lo lejos. Cato, mientras la tromba lo levantaba, con voz tierna y
sin mirarlo, le dijo - “Cumple la misión.
Sé que lo harás…Yo ya os dejo”- Pegaso, enmudecido, agitaba sus alas con la
mirada perdida, sin saber, si pronto verían tierra firme. Viro que era el que
más alcance de vista tenía seguido de Cuelebre, no la veía. La tormenta los
impedía ver más allá de 20 metros. No había pasado una hora del comienzo de la
tormenta y parecía que era un día entero. Pegaso estaba debilitado ante el
pánico y el esfuerzo, al que animaba Viro sabiendo que si no encontraba tierra
enseguida, se desvanecería de un momento a otro. Cuelebre se acercaba a Pegaso para que al
menos uno de los pasajeros subiera sobre sus lomos y quitarle carga a él.
Xavier fue el voluntario con la ayuda de Carlos, logrando saltar hasta el lomo
de Cuelebre. Viro aceleró su vuelo, esforzando su vista llegando a alcanzar lo
que nunca había alcanzado con semejante tormenta, un kilómetro a la redonda.
¡Por fin! Una alegría se apoderaba de él,
¾
¡Tierra
a la vista! ¡A estribor, Pegaso, a estribor!
El
Nuevo Mundo les esperaba con los brazos abiertos. El mago Connor, que los había
visto a través de su bola dentro de la tormenta y pensando que no saldrían con
vida de ella, sintió una inmensa alegría que invadía sus mejillas como fuente
clara. Se apresuró a recibirlos con la tribu más cercana, haciéndose a la mar en
sus canoas e indicándoles y voceando a sus amigos para que se tiraran. Ya
estaban a salvo. Dalia fue la primera en tirarse seguida de los niños y de
Belén, los hombres del poblado los recogían en sus canoas abrigándolos con
pieles de bisontes. El aterrizaje de Pegaso fue el más brusco de su existencia,
ni cuando comenzaba a volar lo había hecho tan tosco como ese día. Viro dio un
suspiro de alivio, Cuelebre, que siempre se reía de esas situaciones, lo miró cariñosamente
y sonrió. Estaba todos a salvo, pero la baja de Cato fue dolorosa para Viro que
era su mejor amigo. Xavier que también había tenido mucho contacto con él,
lloraba su perdida, pero a la vez lloraba de alegría al ver que continuarían
con la misión.
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