miércoles, 18 de abril de 2018

Los Elegidos (capitulo 5)



SURCANDO EL OCÉANO

Las primeras millas marítimas habían sido de paseo, todo estaba en calma, hasta las mareas parecían dormidas, las gaviotas jugueteaban con los peces osados que se atrevía a salir fuera del agua y los rayos solares bromeaban con las nubes que estaban perdidas. El crucero por el Atlántico era un placer para los pasajeros.

Ya el Sol estaba en lo más alto cuando los niños despertaban, Carlos estaba pendiente del desayuno para ellos. Su primera lección del día era defensa personal y él era el instructor. A Manuel no le gustaba mucho pero Marco que era muy competitivo y le gustaba ganar en todo, incluido a Carlos, enfadándose cuando no lo conseguía. Carlos que era severo y exigente con ellos con solo mirarlos, le obedecía, en el fondo sabían que era su protector y que estaba para defenderlos en caso de peligro. Dalia sentada en la proa, miraba el horizonte, con la mirada perdida, tratando de recordar todas las hierbas que había aprendido. Mientras, Xavier se reunía con Belén, entre los dos tenían que educar e instruir a los niños en materias de ciencias del medio, astrología y supervivencia. Belén los llamó para comenzar con las clases.

¾    ¡Espérate Belén! Todavía son muy jóvenes para tanto trabajo. Creo que es mejor que descansen un poco y luego procedemos con las clases. Hay que ponerles un horario de trabajo en el que tengan descansos.

¾    Si tienes razón Xavier. Si quieres voy con Dalia ya que es su abuela y los conocerá mejor. Entre las dos haremos el horario

¾    Sí, me parece perfecto. Pero que os ayude Julia. Si se avecina peligro ella es la que cortará las clases y nuestro único cometido será el de protegerles.

Belén llamó a Julia y las dos se fueron a proa junto con Dalia. Viro que estaba observándolas, sonreía. Por primera vez, veía a las mujeres humanas concienciadas de la misión. Por primera vez, se estaban organizando e implicándose en ella.

La tarde ya estaba entrada cuando Xavier llamó a Belén, pensaba que podían comenzar con las clases de los niños. Comenzaría por enseñarles a ser marineros. A conocer el medio de transporte en el que estaban. Belén le ayudaría a explicarlo en el idioma de ellos, aunque Xavier sabía hablarlo, desconocía el argot que se usaba en el siglo XXI.

¾    Marco y Manuel. Ahora sois marineros y como tales debéis de saber las partes del... (Miraba a Belén para que le dijera como lo llamaban ellos) Del barco. ¿Os gusta ser marineros? ¿Sabréis serlo en el caso que nos ataquen piratas?

¾    Sí (Contestaron los dos al unísono)

¾    Bien seguirme y os enseñaré todo lo necesario. Esta es la proa. Como veis es la parte delantera del barco

¾    Si eso ya lo sé mi mamá me lo dijo y la parte de atrás es popa (A Marco se lo había enseñando su madre, ya que ella era de patrón de costa)

¾    Muy bien marinero Marco. Pero seguiremos para que el marinero Manuel también lo sepa. Mirando a proa tenemos a nuestra izquierda un costado que lo llamamos babor y a nuestra derecha otro costado que lo llamamos estribor. El ancla, que son estas piedras en el mundo en el que nos encontramos, creo que sabéis que es para fondear, para que el barco se pare. Se lanza con esta cuerda fuerte para poder luego subirla. Al suelo del barco lo llamamos cubierta. Y este palo que sujeta la vela, lo llamamos mástil. A recoger la vela para ir más despacio, le decimos replegando velas así el viento no te empuja con fuerza y al bajar la bandera, decimos arriar. Cuando alguno de nosotros digamos achicar agua, os estamos diciendo que con los hondillos, esos que tenemos, los llenéis de agua y la tiréis a la mar. ¿Os acordáis de todo?

¾    ¡Si capitán! (Los dos contestaron al unísono. Marco se lo había aprendido todo, Manuel no se acordaba muy bien pero tampoco le preocupaba, sabía que su hermano se lo recordaría)

¾    ¿Capitán puedo preguntarte algo? (Marco espero a que Xavier le respondiera afirmativamente) ¿Por qué el mar siempre tiene la misma agua? ¿Por qué cuando los ríos llegan al mar no inunda las ciudades y los pueblos?

¾    Por el ciclo del agua.  En las zonas cálidas el agua del mar se evapora convirtiéndose en gas y pasa a formar parte del aire. Cuando se forman las nubes, debido de que ya la evaporación hizo que se unieran muchas gotas de agua, con el viento se desplazan y descargan el agua que llevan sobre la superficie terrestre, volviendo a penetrar el agua en la tierra y desembocando en los ríos que la devolverá al mar.

Marco y Manuel estaban sentados junto a Xavier, viendo como la noche los dejaba ver las estrellas, en frente estaban Dalia y Belén hablando de sus cosas. Manuel era más novelero que Marco y miraba todas las estrellas tratando de contarlas. Xavier se dio cuenta y pensó que era hora de otra pequeña clase para ellos, la astronomía.

¾    Haber marineros. ¿Sabéis como orientaros por noche mirando las estrellas?

¾    ¡Claro! Con una brújula como la que tenemos en casa (Respondió Marco)

¾    ¿Una brújula? ¿Qué es eso? (Xavier le preguntaba a Belén en espera de respuesta

¾    Es un instrumento que tenemos en nuestro siglo que nos sirve de orientación marcando el norte mediante agujas magnéticas. Actualmente, estamos en el XXI y ya se utiliza un instrumento que es más exacto llamado giróscopo, que es una brújula giroscópica utilizando el láser. Tecnología, que en la Era en la que nos encontramos, todavía no ha sido descubierta. (Belén trató de que Xavier lo comprendiera, cosa que hizo) Pero en verdad la primera brújula se inventó en China a pocos años de aquí… ¡Creo! Los chinos con un pedazo de roca magnética la colgaron de un hilo y la llamaban “Indicador del sur”

¾    De acuerdo. Pero ahora marineros no tenemos esas brújulas sino solo tenemos las estrellas que nos guía. ¿En que nos fijamos para orientarnos hasta donde vamos? ¿No lo sabéis verdad?

¾    No (Manuel se apresuró a responder pendiente en la respuesta de Xavier)

¾    Mirar bien las estrellas, fijaros en todas y unirlas mediante unas líneas imaginarias. Veréis que aparecerán dibujos. Cuando encontréis un carro me avisáis.

Pasaron un buen rato, Manuel enseguida se dio por vencido, pero Marco quería ganar y siguió en su búsqueda sin parar hasta que lo encontró.

¾    ¡Ya lo encontré mi capitán! Míralo allí (Marco se lo señalaba con el dedo a la vez que lo dibujaba)

¾    Muy bien marinero Marco. Ese carro que encontraste lo llamamos Osa Mayor. Si unes las estrellas por la parte de arriba del carro, la dirección te indica la Estrella Polar que está en la cola de la Osa Menor, es la que nos indicará el norte. Al igual que cuando estemos en el bosque, la parte del árbol donde haya más musgo, más verde, será lo que nos indique que estamos en el norte. Todo lo que está a nuestro alrededor, las aves, los peces, las nubes, las estrellas nos indican las direcciones y los peligros. Solo tenemos que estar atentos a sus explicaciones. Todo nos es dado, solo tenemos que cogerlo. Belén explícales en vuestro idioma en donde estamos en el universo. En el que vemos ocho mundos que pueden ser como el vuestro.

¾    Bueno en verdad creemos que son 9 los planetas aunque entre los científicos hay discrepancias. No obstante en el 2003 se descubrió un pedazo de roca helada que algunos consideran planeta al que le llaman Xena. Niños… Nosotros estamos en el Sistema Solar en el que los científicos coinciden que hay cuatro terrestres como son Mercurio, Venus, La Tierra y Marte y otros cuatro gaseosos, como son Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Plutón se encuentra algo más alejado y es considerado como un planeta enano, por su pequeña dimensión.

¾    Creo que ya los ojos se les están cerrando. El vaivén del mar los adormece (Dalia pensaba que ya habían tenido demasiadas clases por hoy. Eran muy pequeños todavía para asimilar tanta información) Mejor nos acostamos y mañana con la cabeza más despejada seguimos con las clases… ¿Os parece bien?

¾    ¡Oh si! No había reparado que la luna ya brillaba tanto… Está hermosa. ¡Váyanse a acostarse!  mañana seguiremos. Yo me quedaré contemplándola.

Los niños se durmieron pensando en el universo, en cómo sería las vidas en los otros planetas. Marco pensaba que los marcianos estaban en Marte mientras que Manuel decía que estaban en Júpiter que parecía un platillo volante como los que salían en las películas de extraterrestres.

Habían pasado veinte días en los que todos recibieron sus clases, siendo todos unos aventajados alumnos. Los niños fueron los más avanzados debido a sus edades. Xavier se extrañaba cada vez más, cuando las mujeres le contaban los avances de la ciencia y lo fácil que lo hacían todo. Llegó a una conclusión y es que los hombres del siglo XXI habían perdido la vista, el oído y el corazón. La vista, para ver las alegrías y las penas de la naturaleza. El oído, para escuchar los sonidos que los rodean así, como a un amigo si les necesita. Y el corazón, porque se olvidaban que la naturaleza fue creada para la supervivencia del hombre, teniendo en ella todo lo necesario, y sin razón ni compasión, la estaban destruyendo. No sabrían vivir si les faltara su ordenador, su televisor, su coche, su casa y su ejército que lo protegiera. Eran una tribu de inútiles, no sobrevivirían en la Era en la que ahora estaban.

Los días transcurrían plácidamente entre enseñanzas y vistas de animales acuáticos que abundaban por el océano. Ballenas, tiburones, focas y delfines parecían acompañarles en la travesía. Marco y Manuel preguntaba todo lo que al verles se les venía a la cabeza. Ellos habían visto esos animales, bien en documentales o en cautividad, pero nunca tan de cerca. Manuel corría a los brazos de su abuela en cuanto se acercaban más de lo que él pensaba que era prudente, provocando las risas de los demás incluido Xavier, que estaba a proa sonriendo al  paso de acercamiento que daba Belén con los muchachos.

¾    Neptuno parece que nos ampara … Belén hoy podíamos hablarles de los peligros que corren estos animales si no se les protege

¾    Bueno Xavier yo te venia a pedir que les diéramos hoy descanso y solo, hiciéramos juegos con ellos. Manuel está algo alterado con los tiburones aunque ya sabe, que ellos temen a los delfines

Marco, que estaba atento a la conversación, se quedó con lo de Neptuno. Él lo había visto en Madrid y cuando el Atlético celebraba sus victorias pero, no sabía quien había sido. Lleno de curiosidad le preguntó a Xavier,

¾    ¿Quién es Neptuno?

¾    Es el Señor Marino de todas las aguas y mares. Él, es el que manda y si se le desobedece o se le molesta, galopa sobre sus caballos blancos y usando su tridente agitando las olas para que la mar provoque hundimientos de navíos e inunda poblados costero haciendo brotar manantiales.

¾    ¿Entonces es malo? (Preguntaba Manuel que lo estaba escuchando)

¾    No marinero. Neptuno es un hombre serio que siempre aparece acompañado de delfines cuando cabalga sobre las olas. Se dice que él, arrancando trozos de montañas, construyó los acantilados dando belleza a las costas. Cuando está contento se dedica a sus mujeres e hijos. Pegaso es uno de sus hijos y dice ser un buen padre con él.

 Xavier seguía con sus pensamientos en cómo educar a los niños para que fueran hombres fuertes, cuando Julia se apresuró a llegar hasta él. El espejo mágico había hablado de una tormenta muy fuerte que se aproximaba. Viro y Cuelebre ya había percibido el peligro sujetaron fuerte los cabos y mirando a los delfines se pusieron a tirar de la barcaza con todas las fuerzas que tenían. Julia se fue hasta Dalia y Belén, Cristina estaba jugando con los niños en su hora de descanso, cuando Carlos se acercó hasta Cristina para alertarla y avisarla que fuera hasta donde estaba Julia, a ver lo que podía hacer. Él, se quedaba con los niños. Pegaso llegaba hasta ellos también, echándose en cubierta, por si fuera necesario partir de la barcaza con los niños y mujeres. La preocupación de Xavier era saber cuánto faltaba para tomar tierra al comprobar que Julia no lograba contactar con Connor por lo que deducían que todavía estarían demasiado lejos de la costa. El peligro era evidente pero debía de reinar la calma.

Viro sabia que todavía quedaba un día para que la tormenta les alcanzara, llamó a Pegaso para que tirara del cabo, mientras él, hablaría con la tripulación

¾    Marco, Manuel ¿Sabéis nadar?

¾    ¡Claro! Desde muy pequeños. Mami nos lleva a la piscina (Manuel fue el que contestó ya que Marco estaba atento a lo que hacían los mayores)

¾    Muy bien muchachos. ¿Vosotras también sabéis nadar?

¾    Si (Dijo Dalia)

¾    No (Belén apenas dejaba escapar un hilo de voz para decirlo)

¾    Xavier hay que enseñarla y pronto… Se acerca la tromba y en un día nos dará alcance (Viro había apartado a Xavier para que el resto de la tripulación no lo escuchase y no provocar una alarma)

Xavier llamó a Carlos tenía que hacer una cuerda lo bastante fuerte como para aguantar el peso de Belén. Carlos no tardó más de una hora en hacerla y que fuera todo lo larga que se podía según las indicaciones de Xavier. Una vez terminada se la llevó a Xavier para que la revisara, él sin perder tiempo, informaba a los delfines que debían de permanecer cerca de ella, en el caso de que se sumergiese, para sacarla a la superficie. Carlos rodeo la cintura de Belén con la cuerda, Cristina la indicaba la forma de usar los brazos para nadar así como las piernas. Xavier le hizo seña a Carlos que la arrojara por la borda, puesto que ella no sería capaz de tirarse a la mar.

Las aguas del océano recibían a Belén y su primera hazaña, fue tragar agua salada. Las risas de los niños y de toda la tripulación fueron grandiosas, no pudiendo esconderlas de ella. Belén malhumorada por las risas causadas, recordó todos los movimientos que Cristina la había indicado. Comenzaba a flotar pero no lograba avanzar en el agua. Dalia le dijo que se impulsara en cada brazada, con los pies, como si fuesen aletas. Tras quince minutos los delfines se acercaron a ella para que descansase. Xavier no la dejaría embarcar hasta que no aprendiera. A los cinco minutos Belén volvió a intentarlo siendo esta segunda vez todo un éxito que toda la tripulación celebro como si de un trofeo se tratase. Belén subía a bordo. Dalia conocedora del cielo no dejaba de mirarlo, a la vez que abrazaba a su amiga. Cada vez las nubes estaban más espesas, el sol ya no las atravesaba dando paso a un cielo oscuro. Dalia con el cuerpo estremecido y un nudo en la garganta, buscaba a Dios con la mirada.

Los muchachos dormían ya entrada la noche, el resto de la tripulación, estaban pendientes del cielo y de la mar que tímidamente comenzaba a bramar. Las Nagas y los Elfos palidecían, Belén se agarraba a Dalia que la había avisado que el cielo anunciaba tormenta. Las nubes estaban muy cargadas y de un momento a otro comenzaría a llover pero también vendrían los relámpagos. Una tormenta eléctrica era lo mejor, dentro de lo malo, que les podía ocurrir. Las aves se habían alejado en busca de refugio, los peces se sumergieron hasta lo más profundo del océano, solo los delfines de la misión junto con Viro, Cuelebre, Pegaso y Catoblepas permanecían rodeando la embarcación. Sus vidas estaban en peligro pero para unos valientes, eso carecía de importancia. Lo importante era que Marco y Manuel cumplieran con su cometido. Reescribir la historia de nuevo.

El alba comenzaba a dar avisos de la llegada del nuevo día, pero pronto se retiro dejando paso a un cielo encapotado de nubes grises con tonos negro provocando a la mar, que cada vez bramaba más fuerte. Los vientos eran huracanados, impulsando un oleaje enfurecido y gigante. Una tromba marina se aproximaba. Viro ya había dado el aviso a la tripulación, todos se preparaban es sus puestos. Pegaso permanecía echado en cubierta ya con los niños, las mujeres, Julia y Xavier sobre sus lomos. Carlos replegaba la vela sujetándose con una cuerda al mástil. Viro aguantaba con todas sus fuerzas el cabo con la que empujar la barcaza, Cuelebre hacia lo propio. Catoblepas miraba al cielo, clamando piedad. La tromba se acercaba. Marco que ya había oído dos veces esa palabra pero no veía nada, pregunto a su abuela.

¾    ¿Qué es la tromba, aya?

¾     Es una columna que une la nube con el agua en forma de embudo con tanta fuerza que arrasa con todo lo que se cruza en su camino. Es como el huracán que ves en las películas que destruyen las casas y los coches, al ser en el mar se le llama tromba marina.

¾    ¿Y nosotros estamos en su camino? (Preguntaba Manuel ya asustado)

¾    No lo sé, niños… Recemos para que Dios nos ayude y no estemos en su camino. Debemos de obedecer a Xavier y a Viro, ellos nos pondrán a salvo.

Belén permanecía cabizbaja, con la mirada perdida en busca de la calma, en la que sólo al oír a su amiga, la hizo sentir la piel, que se erizaba, sus latidos se aceleraban, sus oídos se ensordecían temerosos de lo que se avecinaba y sus ojos lagrimeaban. Dalia abrazaba a sus nietos sin querer mirar el horizonte, le bastaba oír bramar al mar y el resplandor del cielo para saber que la tromba estaba cerca. Por primera vez, Xavier tenía la cara desencajada.

Los relámpagos eran cada vez más luminosos acompañados de truenos ensordecedores y amenazantes que desorientando a Pegaso, le hacían temblar su cuerpo para sobre salto de los pasajeros que llevaba. Viro y Cuelebre deslumbrados por los rayos, sujetaban los cabos todo lo fuerte que podían con aleteos de unas alas cansadas, que intentaban evitar el zarandeo del viento, temiendo que los doblegara. Los delfines, eran obligados a sumergirse, volviendo a la superficie con las fuerzas mermadas que les hacían perder los cabos que llevaban. El oleaje se apropiaba de la cubierta para desánimo de Xavier, que con el pensamiento ágil le decía a Cristina que avisara a Cuelebre para que fuera a por ellos. Cristina y Carlos estaban sentados dándose la espalda y atados al mástil, Carlos escuchaba como Cristina se desgañitaba sin resultados, llamando a Cuelebre, al que los truenos cada vez más ensordecedores, no le dejaban oírla. La tromba ya estaba cerca. Los minutos parecía que pasaban demasiado deprisa sin que les diere tiempo a nada viendo como la barcaza se hundía. Un rayo, chocaba contra el mástil partiéndolo por la mitad para caer sobre una pierna de Cristina a la que Carlos, con el peligro que conllevaba desatarse, no se lo pensó y arrastras llegó hasta el trozo de mástil que aprisionaba la pierna logrando quitárselo de encima. Xavier con la tensión del momento, grito a Pegaso para que se alejara de la barcaza y avisara a Cuelebre, que fuera a por ellos. Pegaso reaccionó y sin dejar de temblar, alzó el vuelo rumbo a Cuelebre al que aviso. Éste, soltando el cabo y avisando a Viro que hiciera lo mismo, se fue hasta la cubierta a recogerlos esperando que Carlos terminara de hacer un torniquete a Cristina para impedir que se desangrara. La cogió en brazos y la subió a lomos de Pegaso y después montó él delante. Viro avisaba a Catoblepas que abandonaban la barcaza y se pusiera a salvo… Era demasiado tarde para el movimiento de Cato. La tromba lo alcanzó, levantándolo por los aires hasta rozar la nube para luego lanzarlo a lo lejos. Cato, mientras la tromba lo levantaba, con voz tierna y sin mirarlo, le dijo - “Cumple la misión. Sé que lo harás…Yo ya os dejo”- Pegaso, enmudecido, agitaba sus alas con la mirada perdida, sin saber, si pronto verían tierra firme. Viro que era el que más alcance de vista tenía seguido de Cuelebre, no la veía. La tormenta los impedía ver más allá de 20 metros. No había pasado una hora del comienzo de la tormenta y parecía que era un día entero. Pegaso estaba debilitado ante el pánico y el esfuerzo, al que animaba Viro sabiendo que si no encontraba tierra enseguida, se desvanecería de un momento a otro.  Cuelebre se acercaba a Pegaso para que al menos uno de los pasajeros subiera sobre sus lomos y quitarle carga a él. Xavier fue el voluntario con la ayuda de Carlos, logrando saltar hasta el lomo de Cuelebre. Viro aceleró su vuelo, esforzando su vista llegando a alcanzar lo que nunca había alcanzado con semejante tormenta, un kilómetro a la redonda. ¡Por fin! Una alegría se apoderaba de él,

¾    ¡Tierra a la vista! ¡A estribor, Pegaso, a estribor!

El Nuevo Mundo les esperaba con los brazos abiertos. El mago Connor, que los había visto a través de su bola dentro de la tormenta y pensando que no saldrían con vida de ella, sintió una inmensa alegría que invadía sus mejillas como fuente clara. Se apresuró a recibirlos con la tribu más cercana, haciéndose a la mar en sus canoas e indicándoles y voceando a sus amigos para que se tiraran. Ya estaban a salvo. Dalia fue la primera en tirarse seguida de los niños y de Belén, los hombres del poblado los recogían en sus canoas abrigándolos con pieles de bisontes. El aterrizaje de Pegaso fue el más brusco de su existencia, ni cuando comenzaba a volar lo había hecho tan tosco como ese día. Viro dio un suspiro de alivio, Cuelebre, que siempre se reía de esas situaciones, lo miró cariñosamente y sonrió. Estaba todos a salvo, pero la baja de Cato fue dolorosa para Viro que era su mejor amigo. Xavier que también había tenido mucho contacto con él, lloraba su perdida, pero a la vez lloraba de alegría al ver que continuarían con la misión.

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