LA ESCOLTA
Traspasaban la puerta
mágica, cuando Manuel enmudecía con las lágrimas asomando a su rostro, apretando
el brazo a su hermano Marco, que estaba paralizado viendo que ante ellos estaba
Herminia, la escila. Un monstruo con doce patas y seis cabezas dejando asomar
sus afilados colmillos que ladraba sin descanso y devorando todo lo que a su
vera se acercaba. Su guarida era una cueva donde a sus presas llevaba. Todo
estaba siendo observado por el grifo Viro. Que no perdía detalle. Y sin más
preámbulos, entró en combate para el rescate de los niños derrotando a Herminia,
haciéndola huir a su guarida. Viro se acercó hasta los niños despacio, no
quería asustarlos más de lo que ya estaban pero sin perder de vista como Herminia
se alejaba.
¾
Tenéis El Gran Adamas. Tendré que
protegeros de los peligros que os acechan.
¾
¡Anda, si habla! (Manuel no daba crédito,
era el primer animal que veía que hablaba y un poquito raro) ¡Marco lo oíste! Está
hablando.
¾
Sí, calla. (Marco lo miraba todavía
asustadizo y desconfiado y temiendo por él y por su hermano) ¿Y tú quien eres?
Como nos hagas daño, lo lamentarás
¾
No
temáis no os haré daño(Al grifo se le escapa la risa, ante la débil amenaza del
cachorro humano) El Gran Adamas es un diamante mágico que el que lo posea y lo
tenga junto con las gemas preciosas del zodiaco podrá cambiar el universo., Si
cruzasteis la puerta mágica es que lo tenéis y todo el universo está en alerta
sobre vosotros. Estáis en la Era Mitológica y yo seré el que os proteja junto
con algunos amigos que encontraremos por el camino. Ahora subir sobre mis lomos
que tenemos un largo viaje y habrá que encontrar un lugar seguro.
Despegando estaba Viro
cuando escucharon las voces de Dalia y Belén, que apresuradas y tirándose en
plancha, habían logrado pasar antes de que se cerrara la puerta. Los gritos de
Dalia retumbaron en el valle haciendo un eco ensordecedor que movilizó a todos
los monstruos malvados. Viro las miró violentamente haciéndolas callar, ya
sabiendo que era inútil. Con el pico subió primero a Dalia y después a Belén
sobre sus lomos volando velozmente ante los ogros y dragones negros que los
perseguían. Viro los esquivaba como podía, hasta que algún amigo viniera en su
ayuda. Pegaso, un corcel alado y el más rápido de los animales galopaba vertiginosamente
al encuentro. Los niños eran un suculento plato para muchos de los monstruos
que los estaban atacando. El poder que ahora tenían ellos junto al Gran Adamas,
era lo que más anhelaba Cayo, el mago más malvado de todos los tiempos. Cayo dirigía
desde el castillo a las fieras en busca de las joyas a las que no estaba
dispuesto a perder, para convertirse en el dueño del mundo.
Pegaso se aproximaba a
Viro mientras los dragones en formación militar de ataque, dirigidos por
Cuelebre, se posicionaban ante el Ciclope, los ogros y los dragones negros que atacaban
a Viro. Afortunadamente los seres malvados no estaban organizados y atacaban a
destiempo dando lugar a Viro pasar los pasajeros a los lomos de Pegaso en el
tiempo que Cuelebre se encargaba de entretener a los dragones negros, dando
tiempo a que sus amigos escapasen. Él ya les daría alcance. Los balames que
controlaban los cuatro puntos cardinales al ver la desorganización de los
jóvenes y que el tan delicioso motín de los niños, se escapaba, se enfurecieron
atacando a Cuelebre y a Viro e hiriendo a éste último. Cuelebre, al verlo, soltó
una llamarada de fuego envenenado alejándolos de ellos. Los viejos balames ya
no tenían tantas energías y con las barbas blancas quemadas, se retiraban lamentándose
de su fracaso.
Pegaso seguía galopando
todo lo deprisa que podía, agitaba sus alas para elevarse por encima de las
montañas con un despegue vertical que a Manuel hizo, abrazar a su abuela con el
miedo metido en el cuerpo de un niño de 5 años al que unos seres fantásticos,
querían matarlo. Marco con los ojos abiertos como platos, no perdía detalle de
la batalla entre los monstruos, preocupándose por la suerte que corría Viro al
que dejaron acorralado por los Dragones Negros. Pegaso ya sobrevolaba las
montañas cuando vio al Can Cerbero, un perro gigante con tres cabezas y
teniendo por cola una serpiente, que custodiaba la puerta del infierno donde
los muertos no podían salir y los vivos no podían entrar. Pegaso trató de
ignorarlo para que los niños no lo vieran pero Cerbero le habló,
¾
No tan rápido Pegaso, que no tardando mucho
estarán todos aquí dentro. Me alimentaré de ellos (El Can Cerbero señalaba la
entrada de la puerta y se reía creyendo todo lo que decía)
¾
¡Eso ya lo veremos! No solo Viro y yo
iremos con ellos.
Por primera vez a Marco
se le veía una lágrima, la tensión por el esfuerzo que hacía por disimular sus
miedos, lo vencieron. Belén que estaba pendiente del niño, lo abrazó contra su
pecho y depositando un beso sobre la frente, le sonrió. Sonrisa a la que
respondió Marco, que sin dejar de mirar a su hermano, volvió hacer de hermano
duro que cuidaba de él a pesar de sus 7 años camino de 8. Dalia miraba a sus
nietos con la ternura de una abuela orgullosa de ellos. Sabía que Manuel era más
miedoso que Marco pero éste, a pesar de ser mas independiente necesitaba tanto
o más cariñoso que Manuel. Dalia levantaba la mirada al cielo rezando a Dios
para que escuchara sus plegarias y para que los ayudara en todo momento. Belén
la miraba tan preocupada como ella pero a la vez esperanzada de que todo
saldría según lo señalado por su amigo. Dalia se sobresaltó al escuchar a
Manuel gritar emocionado.
¾
¡Mira aya! Son enanos ¿Nos harán daño?
(Manuel miraba a su abuela pidiendo que lo tranquilizara)
¾
No Manuel (Contestó Pegaso) Son amigos,
ellos son duendes y os darán de comer y cobijo donde dormir.
¾
¡Anda tú también hablas! ¿Cómo te llamas?
¾
Pegaso. Seré uno de vuestros compañeros en
la misión.
¾
Nosotros no tenemos ninguna misión
(Contestó enfadado Marco)
¾
No te enfades Marco, que este lindo corcel
es nuestro amigo (Haciéndole carantoñas le contestó su abuela)
Pegaso ya en la pradera
miró a Belén y guiñándola un ojo, se tumbó sobre la hierba para que desmontaran
cerca de los duendes que los esperaban. Entre sonrisas y señas, les pedían que
los siguiesen hasta el poblado donde lo tenían todo preparado. EL olor a comida
abría el apetito a los niños que ya estaban tranquilos y jugando con los otros
niños del poblado. Mientras, Pegaso no dejaba de mirar el horizonte esperanzado
en volver a ver a Viro, sin que diese señales de vida y la noche se echaba
encima.
La Luna hacía tiempo que
vigilaba cuando Viro aparecía a trompicones sobre el poblado. Al verlo, se
quedaron todos contentos viendo que Viro solo tenía pequeñas heridas que el
curandero de los duendes sanaría.
Llamó a los muchachos Dalia,
para que se unieran a ellas que estaban sentadas alrededor de una hoguera,
frente a su choza.
¾
Belén creo que ya es hora que nos cuentes
de que va esta historia. (Dalia solía hablar pausada como midiendo sus palabras
para que nos sonaran hirientes) ¿A qué se refería Pegaso con eso de la misión?
¾
Sí bueno no pensaba que esto fuera tan
pronto pero al precipitarla los niños… No sé (Belén bajaba la mirada pero
subiéndola enseguida para tranquilidad de su amiga) ¿Te acuerdas del paquete
que mi amigo de internet me envió y que llevaba una carta? (Dalia afirmaba con
la cabeza) ¡Bien…! En ella me decía que debía de llevar el Gran Adamas junto
con las gemas del zodiaco a un lugar sagrado donde los hombres con cabeza de
perro lo custodian.
¾
¡Qué son las gemas Belén? (Marco
preguntaba no perdiendo nada de lo que Belén contaba, era como cuando su madre
les contaba un cuento)
¾
Son las piedras de colores que
encontrasteis en mi casa y que no debéis de sacar en ningún momento ¿Por qué
las tenéis con vosotros, no?
¾
Si Belén aquí están (Manuel las sacaba
junto al Adamas del bolsillo del pantalón)
¾
¿Eres tonto? No ves que dijo que no las
sacáramos (Marco de un manotazo quitó la bolsa donde estaban las piedras y el
Adamas y se la guardó en su pantalón)
¾
¡Queréis callar, niños! (Dalia los
reprendía para que Belén no perdiera el hilo de la conversación y así poder
enterarse de la dichosa misión) Prosigue por favor Belén, ibas que había que
llevar el Gran Adamas a un lugar sagrado.
¾ ¡Ah sí…! Sé que es
una Isla pero en verdad no sé donde está. Tuve que aprender magia blanca y se supone que veré
ese lugar en un sueño pero todavía no he visto nada.
¾ Pero si no sabes dónde ir, ¿cómo
vamos hacerlo? (La cara de Dalia era de preocupación)
¾
Ya te dije que se supone que veré el lugar
en un sueño. La magia nos vale para cualquier contratiempo que tengamos. Mi
amigo en la carta también me decía que iría con dos niños cuyos nombres
llevarían la letra M (Belén se ría asombrada por la adivinatoria de su amigo.
Los hermanos eran Marco y Manuel Melibea) ¡No me digas que no es asombroso el
dato! También nombraba a una gran mujer con temple y amiga mía y nos escoltaría
un grifo, un corcel, un dragón, dos elfos y tres nagas. Ellos nos darán
seguridad, sabiduría y magia para los peligros que nos esperan. Nos protegerán
con sus vidas si hace falta. De no cumplir esta misión, este mundo donde
vivimos, y al que conocemos junto al universo, desaparecen y con ellos, todas
las criaturas. Las tinieblas se apoderarán de ellas llevándolas a la
destrucción. Si por el contrario la cumplimos, los niños tendrá que colocar el
Gran Adamas en el centro y las gemas alrededor y en el orden de las agujas del
reloj. Entonces se abrirán las entrañas de la tierra y asomarán unas tablas, en
ellas deben de escribir lo que queremos para el buen funcionamiento del planeta.
Borrarán todo lo que nuestros antepasados hicieron mal y lo mejoran por el bien
de todos. Las tempestades son castigos, por la maldad de los hombrees con la
madre naturaleza. Los pesticidas acaban con las especies que la engrandecía y
cuidaban de ella y a la mar se le devolverá su agua que ingratamente fue
sustraída. Tendrán que escribir que no habrá centrales nucleares, ni bombas
atómicas, que miraremos por no tirar las cosas que no nos sirvan en el campo o
en la mar y que todo lo que destruyamos será de nuevo reimplantado o reciclado.
No gastaremos más papel que el necesario para no talar un árbol del que
necesitamos. Así sucesivamente con todas las cosas que hicimos mal. Esto es
como una segunda oportunidad. Hay un mago perverso, que se llama Cayo, y quiere
el Gran Adamas para tener el poder sobre las tinieblas y ser el único que se
salve de la destrucción y volviendo a las ánimas esclavos. Los niños son las
piezas importantes en esta aventura. Ellos son los que deben sobrevivir aún
acosta de nuestras vidas (Belén se levantó y sentándose junto a Manuel
haciéndole un mimo) ¿Verdad que ahora que sabes que eres un niño muy
importante, y ya no tienes tanto miedo? ¿Qué serás muy valiente como tu hermano?
¾
Yo soy más valiente que Marco (Le entraba
la risa pícara sabiendo de la mentirijilla que estaba diciendo)
¾
Tú eres una gallina, tienes miedo a todo.
Yo sí que no tengo miedo a nada. Soy más valiente que tú (Marco intentaba picar
a su hermano para que se enfadara consiguiéndolo) Gallina, gallina, gallina…
¾
¡Aya míralo! Yo no soy gallina soy
valiente. ¿A qué no, Belén?
¾
¡Ya está bien, niños! Vámonos que mañana
creo que nos espera un día pesado. (Dalia hablaba casi susurrando, el cansancio
se apoderaba de ella) Belén, yo siempre daré la vida por mis nietos. Siempre…
La aurora ya
asomaba tras la luna, cuando Cuélebre, las Nagas y los Elfos llegaban al poblado en busca de Viro y
Pegaso, la tropa ya estaba reunida para la misión que les esperaba.
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